De la seriedad y la imposición del miedo a la simpatía. De esa manera giró la estrategia del dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un.
El pasado domingo, el polémico líder encabezó la prueba de un motor de propulsión de alto rendimiento. Pero eso, pese a poner en alerta a medio mundo, no fue esta vez lo que más llamó la atención.
Feliz por el test que calificó como "un éxito y un nuevo nacimiento para la industria de armas norcoreana", Jong-un fue fotografiado con un colaborador sobre sus espaldas, haciendo el clásico cocochito. Se trata de un oficial mayor que el joven dictador, pero su identidad y función es un secreto de Estado.
Cambio de estrategia
Según distintos especialistas, el objetivo es cambiar la imagen recalcitrante de Jong-un y mostrarlo, puertas adentro de norcorea, como un hombre divertido y cercano al pueblo. "Sabemos que es muy estricto con las élites cuando desobedecen sus órdenes. Pero, en general, cuando se trata del pueblo su imagen propagandística es amistosa y simpática", explicó Jae-Cheon Lim, profesor de la Universidad de Corea del Sur.