Auto gratis, con patente melliza y multas que no le llegaban a él y la posibilidad de que una comuna amiga le dé una licencia de conducir pese a que estaba inhabilitado por las normas provinciales para hacerlo.
Entre enero y agosto la movilidad del salario municipal fue del 53,6%, un punto más que la inflación provincial. Pero el gremio quiere más. ¿Está bien que así sea? ¿Es mejor eso que canteros con flores? ¿Por dónde pasa la discusión?
La vicepresidenta lo pidió para solucionar la indigencia, justo cuando hay un acampe en todo el país y a días de que su ministro de Economía haya prometido al FMI más ajuste fiscal en el 2023. Controlar precios, buscar culpables y acumular planes sobre planes explican el retroceso argentino hoy.
La vicepresidenta mete otra vez ruido político cuando el plan de Massa es aquietar las aguas. Pero podría ser a propósito, para que se hable de otra cosa menos del ajuste.
El populismo energético salió caro: la no actualización deliberada de tarifas se cubrió con emisión de pesos, que alimentó la inflación y obligó a importar. Ahí se fueron los dólares que nos faltan.
Subsidios acotados a las tarifas, menos emisión y cumplimiento de metas fiscales eran términos prohibidos en el diccionario cristinista. O pasó algo y se asustaron o, hipótesis dos: compran tiempo.
No es el número en sí mismo, marzo había sido peor. Refleja la convicción ciudadana de que este Gobierno no podrá bajar la inflación y que todo será peor.