La peor jefa del mundo está en Long Island, Estados Unidos, se llama Jackie y dirige una franquicia de venta de autos. Quien padeció sus malos tratos fue Debbie Stevens, la empleada que le donó un órgano.
"Ella era mi jefa y yo la respetaba. No quería que se muriera", contó Stevens en un informe especial de la TV norteamericana. En el 2011, se enteró de que su empleadora necesitaba el trasplante con urgencia mientras el riñón no llegaba.
Debbie afrontó la operación y el post operatorio la dejó en cama más de un mes por algunas complicaciones. Ahí fue cuando recibió el llamado de su jefa, que pese a rechazar el riñón ganó tiempo y salvó su vida: "No se puede entrar y salir cuando querés. El resto de empleados pueden pensar que recibís un trato especial", le dijo antes de confirmarle el despido.
Aunque le envió una carta documento y denunció un cuadro de ansiedad por la situación, nada cambió y se quedó sin trabajo. Cinco años después de donarle el riñón, Stevens la denunciará por discriminación: "Se violó el derecho a recuperarse en su salud, como dicta el ‘Acta de estadounidenses con discapacidad’".
La "peor jefa del mundo", con cara de pocos amigos.