Un robo violento en San Isidro, Buenos Aires, no terminó en tragedia de casualidad. Ocurrió hace dos meses, cuando un joven asaltó a una familia con un cuchillo y Horacio Beccar Varela fue llevado como rehén. En la huida, la policía disparó contra el auto y una bala le destrozó el fémur.
Javier, el ladrón de solo 19 años, fue detenido. Tomás Beccar Varela, hijo de la víctima del disparo, quedó impactado por la escena violenta que le tocó vivir. Pero lejos de pedir mano dura, el chico de 18 años reastreó al delincuente para ayudarlo a través del deporte.
El rugbier que juega en el club SIC hizo las gestiones para que Javier entre a Los Espartanos, un equipo de rugby que contiene a los presos del penal de San Martín para que puedan cambiar su vida. El antiguo entrenador de Tomás logró que lo trasladaran a esa cárcel.
"Yo creo que todos merecemos segundas oportunidades. Javier no tuvo muchas. Su mamá murió, su papá lo abandonó, su hermano estaba en la cárcel. Nunca aprendió ni a leer ni a escribir", contó Tomás a La Nación.
Tienen casi la misma edad, pero viven realidades muy diferentes. Sin embargo, eso no impidió que se juntaran. Alejando sus miedos, Tomás entró a la cárcel y se encontró con Javier para jugar un partido de rugby con Los Espartanos.