Hace 19 años se produjo en la cárcel de barrio San Martín el sangriento motín que dejó un saldo trágico. Durante más de un día se prolongó un caos que culminó con la muerte de cinco presos, dos guardiacárceles y un policía.
El hacinamiento y las diferencias entre reclusos parecen haber sido detonantes de esta revuelta del 10 de febrero de 2005 que ganó repercusión mundial.
En este penal, un degradado edificio construido en 1886, convivían en 2005 unos 1.650 presos, más del doble de la cantidad para la que estaban preparadas las instalaciones.
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Durante el levantamiento, se transmitieron en vivo imágenes de presos portando armas y agentes penitenciarios cautivos en los techos. El intento de fuga en un camión, con un guardia como escudo cuando caía la noche, terminó en un fatal tiroteo. Fueron las horas más oscuras.
Apenas el vehículo asomó por la calle fue baleado por la Policía que rodeaba el lugar y chocó contra un árbol. El guardia y cuatro presos murieron en el lugar y sus cuerpos quedaron tirados en la calle. Las otras víctimas murieron en tiroteos en distintos puntos del perímetro de la cárcel y en el techo.
A partir de este momento, las negociaciones se intensificaron con el fin de poner fin a la toma. El capellán de la cárcel, el sacerdote Hugo Olivo, y el padre de un interno fueron convocados por los reclusos para que constataran el estado de salud de los presos y rehenes.
Aunque hubo graves secuelas psicológicas en la mayoría de los guardiacárceles, dentro de la cárcel no hubo víctimas mortales. La jefa del Servicio Penitenciario, Graciela Lucientes de Funes, presentó su renuncia y se llevaron a cabo juicios donde se condenó a los responsables de la rebelión.
Uno fue condenado a perpetua por asesinar al efectivo policial. Otros 75 fueron sentenciados a penas de entre 4 a 16 años de cárcel por distintos delitos. Hubo numerosos testimonios de internos que dijeron haber sido torturados y vejados tras la rendición, pero esas acusaciones fueron desestimadas.
Aunque el fallo de Cámara ordenó investigar la responsabilidad de las autoridades en el inicio del motín, ninguna fue acusada por la Justicia. El motín aceleró la construcción de la cárcel de Cruz del Eje y el cierre del penal de San Martín, lugar declarado como monumento histórico.
En el especio del levantamiento se avanza en su transformación hacia un parque y museo. Sobrevivirán gran parte de las paredes que fueron testigos de múltiples historias y personajes, desde el Cura Brochero que visitaba el lugar pasando por la represión de la dictadura y finalmente, también el sangriento motín del año 2005.
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