Desde principio de 2023 varias ciudades de América Latina sufrieron graves inundaciones por las intensas lluvias.
El 7 de enero, en la ciudad Córdoba se desbordó la Cañada y el agua que se acumuló en otras ciudades de la provincia obligó a evacuar a 232. En Río de Janeiro, del 13 al 14 de enero, al menos 11 personas murieron por las inundaciones. El 8 de febrero, un temporal dejó sin luz a casi 90.000 personas en Buenos Aires. El 2 de marzo, Montevideo fue golpeada por una fuerte tormenta. Un día después en Corrientes cayeron 208 mm en solo 5 horas, lo que fue calificado como “la peor catástrofe natural de la historia” en esa provincia del litoral. El 19 de marzo, un temporal causó daños en el AMBA y la muerte de una mujer en Recoleta. Los ejemplos podrían seguir. Y todo esto plantea la pregunta: ¿Qué estamos haciendo mal en la planificación urbana frente a estas lluvias cada vez más frecuentes y destructivas?
Gobiernos y expertos parecen coincidir en que las localidades no pueden soportar estos eventos en períodos tan cortos. “Las ciudades en general no están preparadas para lluvias intensas de golpe”, señaló a El Doce el meteorólogo Rafael Di Marco. Lo mismo apuntó Gustavo Valdés, gobernador de Corrientes, en comunicación con Telenoche tras la inundación en esa ciudad. “Todas las ciudades del mundo tienen este problema y se requiere una inversión muy grande”, sumó en el mismo sentido Carolina Cosse, intendenta de Montevideo en licencia.
“Nuestras infraestructuras fueron diseñadas para fenómenos climáticos pasados, no para los que van a venir en el futuro”, puntualizó a El Doce Rodrigo Rodríguez Tornquist, exsecretario de cambio climático de la Nación y consultor de Naciones Unidas. “En general las ciudades ni siquiera están preparadas para los eventos climáticos del pasado”, manifestó a este medio Carlos Tanides, coordinador del Programa de Ciudades, Vida y Energía de la Fundación Vida Silvestre.
Las tormentas severas que hubo en Argentina en los últimos meses son parte del clima natural del centro-este del país pero en este momento se les suma la influencia de El Niño y del cambio climático. Así lo explicó Carolina Vera, miembro de la mesa directiva del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) e investigadora del Conicet. “El cambio climático está aumentando la intensidad y frecuencia de eventos de lluvias extremas en todo el país, incluyendo en lugares donde antes se daban muy raramente”, manifestó.
El impacto de estos fenómenos se incrementará en la medida que continúe el calentamiento global, adelantó Vera. “El tráiler de la película lo vienen pasando, nadie lo tomó en serio y ahora está ocurriendo y se va acentuar”, coincidió Tanides. Ante este escenario aparece la necesidad urgente de adaptar las ciudades.
Lluvias, inundaciones y caos en las ciudades: qué se puede hacer
La adaptación puede definirse como la preparación de la infraestructura y las capacidades físicas, administrativas, educativas, y de comunicación de las ciudades para enfrentar las nuevas condiciones climáticas que están emergiendo, expresó Tanides. Se trata de un proceso de escala local que debe planificarse teniendo en cuenta los impactos y los recursos de cada ciudad, explicó a El Doce Paz González, especialista en cambio climático y miembro de la Fundación Avina. “Preparar a las ciudades no es algo trivial, son obras que llevan mucho tiempo y dinero. Y son cosas que no se van a poder hacer instantáneamente”, señaló Tanides.
Dentro de las medidas que pueden tomarse hay algunas que implican grandes costos, como la modificación de sistema pluviales para facilitar los desagotes de agua. Por el alto precio y el tiempo que demandan, pueden ser desafíos para pequeñas y medianas ciudades. Pero acciones como respetar los espacios verdes y los códigos de urbanización no generan gastos para las jurisdicciones. “No tienen que ver con un costo, sino con evitar seguir una dirección. Dejar de permitir obras es un ejemplo”, explicó Tanides.
Los expertos consultados coinciden en que el principal problema es la impermeabilización de los suelos en las ciudades, que no permiten la absorción del agua y favorecen las inundaciones. Ante esto una de las soluciones es aumentar los espacios verdes dentro y alrededor de las urbanizaciones. “Cuanto más verde tengamos, menos impermeabilizado va a estar el suelo, mejor infiltración va a haber, y por lo tanto menor riesgo de inundaciones”, explicó González.
Hay una contradicción en el modo de habitar las ciudades, señaló Belén Jakuto a El Doce, arquitecta especialista en gestión ambiental del desarrollo urbano. “Por un lado buscamos cercanía de las cuencas, partiendo del supuesto de que representan un valor natural y potencial turístico, así construimos nuestras ciudades impermeabilizando grandes superficies de suelo”. Según la arquitecta, en nuestra provincia se da un “crecimiento espontáneo” sin planificación urbana.
La experta pone como ejemplo la cuenca del río San Antonio. “En dicha cuenca se encuentran seis localidades de diversa escala, todas toman el perfil turístico del valle y su río, todas consumen el agua de la fuente ubicada en la naciente, todas contaminan con sus efluentes el mismo curso de agua, y todas dependen de una cuenca media y alta que no pertenece a su jurisdicción”, explicó. En relación a esto la arquitecta propuso que el cuidado de las cuencas se aborde de manera integral y sin tener en cuenta las divisiones entre ciudades, comunas o provincias. “La estructura de una cuenca no responde a jurisdicciones”, señaló.
En relación a la responsabilidad de las ciudades, la Ley n.°27520 de Presupuestos Mínimos de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático Global, sancionada en 2019 establece que cada jurisdicción debe elaborar un Plan de Adaptación y Mitigación para hacer frente a este fenómeno global. “La paradoja de todo esto es que nadie quiere hacer nada porque el cambio climático es un fenómeno que localmente no se puede detener”, manifestó Tanides. El experto planteó también que se necesita acción global y colectiva para poder hacer un cambio significativo.
Las acciones de los ciudadanos también son importantes en este contexto. “Hay mucho que se puede hacer individualmente”, manifestó González. Lo primero es informarse, estar al tanto y difundir la información, explicó. Y además se pueden hacer acciones de incidencia política. “Cuantos más seamos los que generemos presión para que las políticas ambientales sigan en pie, vamos a ayudar a nuestra ciudad y a todos”, señaló.