Caía la tarde de aquel 9 de mayo de 2012 y sobre la plaza Congreso flameaban banderas de la comunidad LGBTQ+. La sesión en el Senado había comenzado a las 19 y para hacer más leve la espera, activistas bailaban y cantaban esperanzados de que por fin les reconocieran de manera legal su verdadera identidad, aquella que cada uno concebía como propia. Después de dos horas y diez minutos de debate y con 55 votos afirmativos, ninguno negativo, y una abstención, se aprobó la Ley 26.743.
Se trató de la primera Ley de Identidad de Género del mundo, que permitió acreditar la identidad elegida sin requerir diagnóstico médico ni psiquiátrico como tampoco operaciones de cambio de sexo. A 12 años, Agustina (30) y Taylor (18) celebran el derecho conquistado e invitan a mirar hacia el futuro y los desafíos que vienen por delante.
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Agustina es una joven trans que comenzó el proceso de transición desde muy pequeña, cuando observó que no se sentía identificada con el sexo que le fue asignado al nacer. “Siento que mi fluir o mi identidad de género fue desde muy temprana edad, manifestándolo desde los 2 años con actitudes en el pelo a cómo quería ser nombrada”, recordó en diálogo con ElDoce.tv.
Y sostuvo que no siente que haya un momento determinado en la vida en el que haya dicho “quiero ser mujer trans”. “Las identidades trans nacemos con eso, es como el chip con el que venimos a la vida, a este mundo”, expresó.
Taylor coincidió, aunque recién en la pandemia pudo reconocerse como tal: tenía 15 años y comenzó a “experimentar nuevos estilos y nuevas cosas”. “Lo hacía porque no había nadie para juzgarme por lo que elegía o quería hacer”, reflexionó el adolescente trans. Consideró que durante ese tiempo de encierro pudo explorar su identidad desde otra perspectiva.
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Sin embargo, relató que al principio dudaba y no podía terminar de poner en palabras lo que sentía internamente y comunicárselo al entorno se hacía difícil: “Estaba como… ‘no sé qué soy, sé que no soy esto, pero no sé qué soy’”. Ante esta situación, el primer paso que dio fue pedirle a su familia y amistades que lo llamaran por un apodo que era la variación de su nombre y que consideraba no pertenecía a ningún género.
Luego comenzó a explorar con el género fluido, que se da cuando las personas transicionan entre dos o más géneros de forma permanente o esporádica. Y allí entendió que aquel nombre era “algo pasajero”, que lo había elegido para “sentirse bien” y para que no lo llamaran de una manera en la que no se identificaba. Estaba convencido de que su nombre iba a llegar tan pronto como cuando descubrió que Taylor era un nombre sin género y así decidió llamarse.
Mientras que la experiencia de Agustina fue a partir de la búsqueda de aceptación de la persona que le gustaba. “Fue en un baile, me gustaba un chico y para acercarme a hablar no le iba a decir me llamo tal… Entonces mi amiga que se llamaba Nara Agustina me dice ‘andá y decile que te llamás Agustina’”, recordó entre risas. Y ahora sí, con su nuevo DNI en mano, puede decir que es Agustina Paz.
Un largo camino allanado, pero con derechos por conquistar
Tanto Taylor como Agustina coinciden en que, a diferencia de las personas trans antecesoras que enfrentaron una lucha muy difícil para ser reconocidas, transitan con libertad los caminos de sus vidas y por eso expresaron su agradecimiento. Sin embargo, advirtieron que los discursos de odio volvieron y con ello el temor a lo que pueda pasar.
El joven trans de 18 años que este 2024 termina séptimo en un Ipet del interior provincial sostuvo que ahora mismo “las cosas las tiene bastante fáciles”, aunque reconoció que “todavía quedan muchas cosas”. “Últimamente muchos sentimos ‘me da miedo, mejor me callo un poco porque no sé qué puede pasar’. Pero a veces hay que dejar el miedo a un lado o encontrar a tu gente y luchar contra eso”, reflexionó.
En ese sentido, planteó convencido: “Así como ellos pudieron lograr un montón de cosas nosotros vamos a logar un montón de otras para que también nosotros y la gente que venga después pueda tenerla un poco más fácil”.
Por su parte, Agustina, que estudia Comunicación Social y tiene un programa radial con perspectiva de género, calificó de “próceres” a militantes de la comunidad LGBTQ+ que “fueron puntapié clave” en la conquista de leyes. Por eso, remarcó que no le teme a quienes expresan odio y apostó a ser “siempre disruptivos, pero con respeto”.
Qué eligen celebrar a 12 años de la sanción de la ley
“Un poco a mí mismo y al hecho de haber podido crecer desde el momento uno que dije ‘no soy esto, pero ¿qué soy?’ hasta lo que soy ahora y que obviamente sigo descubriendo qué soy”, reflexionó Taylor.
Y en esa búsqueda del quién es, comentó: “Yo creo que nunca voy a terminar de descubrir qué soy y eso es un poco lo interesante, lo divertido y lo lindo. Porque no es solo soy varón sino ‘ok soy varón y cómo me gusta expresarme, cómo me gusta vestirme, cómo me gusta cantar, bailar, actuar’, todo lo que yo soy”.
Taylor también eligió celebrar a quienes lo acompañaron porque en ningún momento le soltaron la mano. “Jamás”, reforzó agradecido. “Yo cambié de parecer, de nombre, de pronombre y de identidad 15 veces y jamás nadie me dijo ‘che, ¿no te parece que ya cambiaste muchas veces?’. No, siempre fue como ‘ok’. Y me empezaron a decir como yo quería que me digan y eso lo aprecio muchísimo”, confesó y su rostro se iluminó de felicidad.
Para Agustina este 9 de mayo no fue una fecha más del calendario, sino un día en el que honra a quienes están y a quienes fallecieron: “Gracias a ellas hoy tenemos identidad, tenemos un lugar en esta sociedad”. “Elijo celebrarme, celebrar a mi familia que me abrazó, elijo celebrar a mis amigos que me abrazaron. Pero principalmente elijo celebrar a quienes ya no están y que seguro estarían muy orgullosas de lo que se ha construido gracias a sus luchas y sus nombres”, dijo convencida.
Un mensaje de esperanza
Taylor lo tiene muy claro y lo que piense el entorno sobre cómo se identifica o lo que es no le da trascendencia. “Esto no es solo para ser trans sino para la vida. Importa lo que pensás de vos mismo, porque ser trans no te hace buena persona, no te hace mala persona, no te hace nada más que trans”. “El hecho de poder compartirlo con la gente que amás es hermoso, pero es más hermoso poder estar en paz con vos mismo y con lo que sentís”, señaló.
Y Agustina, también consciente de la presencia de esos discursos que “retroceden” sus luchas y conquistas, concluyó en la importancia y necesidad de “trabajar más colectivamente, a escucharnos, entendernos, a respetar a quienes tenemos al lado”. “Siento que la respuesta está en la unión de todas las partes. Si nosotros vivimos con diferencias nunca vamos a poder encontrar un eje clave como para que podamos vivir todos en sociedad”, concluyó.