Oscar Montoya tiene 68 años y está jubilado, pero todos los días arma un puesto en la esquina de avenida Pueyrredón y Almirante Brown, en barrio Alto Alberdi, donde vende miel, huevos, cereales, aceitunas, aceite. Sale siempre en su Peugeot rojo, que lo carga con toda la mercadería.
Pero el martes se lo robaron y lo dejaron a pie sin nada. Si bien la Policía de Córdoba ya lo encontró, el vehículo apareció completamente desarmado: sin las cubiertas y sin la batería. Ni siquiera le dejaron los productos que vende.
Ahora Omar tiene que volver a empezar. Con la voz quebrada e invadido por las emociones, expresó en El Show del Lagarto su impotencia. Hace casi nueve años que esa es su rutina para ganarse el mango, haga frío o calor. Y el auto es su principal herramienta de trabajo.
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El hombre es papá de seis hijos y abuelo de 12 nietos y es el principal sostén de su familia. “Trabajan, pero a todos les hace falta. Tengo 42 años en la Facultad de Medicina, soy jubilado pero tengo que ayudarlos porque nadie cobra bien. No es que no me cueste, pero necesito trabajar para estar bien con mi plata y ayudar a los que pueda ayuda”, afirmó con lágrimas en los ojos.
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Y sobre el final, mirando a la cámara, se dirigió a los ladrones que le arruinaron tantos años de trabajo sin descanso: “¿Qué puedo decirles? No sería mundo si no hubiera esto. Hay abogados, choros, policías, periodistas y hueveros como yo. Pero que no les roben a los laburantes”.