Hasta este miércoles se desconocía si Felipe Herrera Larenas tenía antecedentes de violencia de género. Sin embargo, trascendió que el chileno de 39 años, detenido e imputado por asesinar a su novia, Christelle Verónica Heredia, en barrio General Paz, tenía dos condenas por denuncias de exparejas suyas.
De acuerdo a La Voz, el trasandino había recibido dos condenas por parte de la Justicia del país vecino, una de las cuales le valió tiempo en la cárcel.
El último caso ocurrió en agosto de 2022, en el que fue sentenciado por delito de “lesiones menos graves en contexto violencia intrafamiliar” y en donde recibió la pena de 540 días de prisión, aunque finalmente cumplió 250 días privado de su libertad.
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No obstante, rumores indican que Herrera Larenas nunca cumplió con esa sanción y que huyó de manera ilegal a Argentina. Trascendidos indican que el hombre de 39 años pertenece a una familia con alto poder adquisitivo de Santiago de Chile.
Asimismo, en la mencionada sentencia también se hizo alusión a un violento historial que incluye manejar borracho y otro episodio de violencia intrafamiliar en 2021. Cabe mencionar que en este último caso no había sido encarcelado.
Celoso y tóxico
Las amigas de Christelle contaron que la mujer empezó un noviazgo con Herrera hace aproximadamente diez meses. Pasó poco tiempo para que se diera cuenta de su actitud celosa y controladora.
“Ella me contaba que la celaba, tengo audios y material para aportar a la Justicia. Él estaba obsesionado con ella, le preguntaba todo el tiempo por sus relaciones anteriores y era muy manipulador”, contó Susana, una de sus amistades.
Y agregó: “Yo estuve mucho tiempo con una persona violenta y me costó muchísimo salir. Y le decía a ella que podía hacerlo. Una fue criada de una forma en la que cree que la otra persona va a cambiar, pero no es así. Le pasé el número de una psicóloga para que pudiese consultar. Hoy me siento mal por no haberla podido ayudar más”.
Lamentablemente, Christelle fue encontrada sin vida en su departamento de calle Catamarca al 1000, en barrio General Paz. Allí estaba su pareja, que señaló dónde estaba el cuerpo de la mujer cuando llegaron los policías. El cadáver tenía golpes y puñaladas en el cuello.