La misión Apolo XI, que hace 55 años puso a dos astronautas sobre la superficie lunar, fue el corolario de una serie de misiones espaciales que se habían lanzado cuando el presidente de EE.UU. John Kennedy se propuso recuperar la delantera que había capturado el gobierno soviético.
En una época donde ambas potencias buscaban mostrar sus logros y de esa manera proyectar su poder y el éxito de sus sistemas de gobierno al resto del mundo, Moscú había logrado encadenar una serie de victorias: el primer satélite en órbita, el primer animal en el espacio (la perra Laika), la primera mujer cosmonauta, la primera misión con varios cosmonautas, la primera caminata espacial, entre otros objetivos.
Pero los avances soviéticos se frenaron con la muerte del jefe de su programa espacial y con un cambio en la cúpula del gobierno. Eso le permitió al proyecto estadounidense tomar la delantera y avanzar con los Apolo, a pesar del fracaso de la primera misión (los tres astronautas de la Apolo I murieron durante una prueba en tierra en 1967).
Finalmente, después de varias misiones exitosas en 1968 que se acercaron al satélite natural de la Tierra, el 16 de julio de 1969 despegó desde Cabo Cañaveral el cohete Saturno V. Transportaba el módulo lunar que finalmente haría el descenso en una llanura volcánica del Mar de la Tranquilidad, a pocos metros de un cráter, en la tarde del día 20.
A bordo del módulo a alunizaje viajaron los astronautas Buzz Aldrin (piloto) y Neil Armstrong (capitán), quien fue la primera persona en apoyar su pie fuera de la Tierra algunas horas después.
Era cerca de la medianoche en la Argentina y la llegada de la transmisión en vivo a Córdoba fue una verdadera proeza de los técnicos de El Doce.
Fueron apenas unas pocas horas de caminata por la Luna y luego de una siesta a bordo, se inició el viaje de regreso.
Hace 5 años, cuando se cumplió medio siglo de aquella hazana, ElDoce lo recordó con dos integrantes de su equipo que estuvieron presentes en las instalaciones de la NASA para presenciar el lanzamiento: el periodista Gustavo Tobi y el camarógrafo José “Pepe” Escudero.
Para ellos también aquella cobertura, única e irrepetible, fue una de las grandes aventuras periodísticas de sus vidas.
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