Las apuestas virtuales irrumpieron paulatinamente en la sociedad hasta el punto de normalizarse y convertirse en un serio problema entre jóvenes y adolescentes. Así, no es extraño ver a estudiantes de secundario apostando en los recreos o festejos desmesurados de partidos intrascendentes.
En esta preocupante realidad, Noticiero Doce habló con un chico de 21 años que se está rehabilitando de su adicción al juego, que lo llevó a perder 10 millones de pesos y al borde de cortar sus vínculos afectivos.
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“Empecé a los 17 años cuando entré a la facultad, se estaba poniendo de moda. Al principio empezó muy leve, por Whatsapp, jugaba a la ruleta, máquinas slots, póker, blackjack, apuesta de caballos, deportivas. Pero después se volvió algo diario: jugaba unas tres o cuatro horas diarias”, contó sobre sus inicios en apuestas ilegales.
Como trabajaba, el protagonista destinaba prácticamente todo su sueldo en seguir apostando. Una y otra vez. “Generó desgaste emocional, le pedía plata a mi familia y al principio no les decía para qué era. El dinero iba aumentando, mientras más ganabas, más te satisfacía. Era una bola”, recordó.
La primera apuesta del joven fue de 500 pesos. “Si ganaba 3 mil pesos me iba feliz”, confesó. Pero el vicio pudo más y, sin que se diera cuenta, se vio apostando 300 mil pesos. A esto se sumaron dificultades laborales, en sus estudios, en la dinámica familiar y en disfrutar el día a día.
“Crecieron mi desconfianza propia, la desconfianza familiar, la pérdida de valores, de dinero. Desarrollé conductas compulsivas, ya no era yo mismo” admitió en su peor momento, el de tocar fondo. Llegar al fondo del pozo y darse cuenta de una terrible realidad: tenía un problema serio de adicción.
“Le dije a mi familia que tenía una adicción, que necesitaba ayuda. Había perdido 10 millones de pesos, mi sueldo no me duraba, no podía pagar otras cosas”, explicó, a la vez que reconoció que su círculo íntimo no había reparado en su problema debido a sus constantes mentiras. “Costó y cuesta recuperar la confianza”, agregó.
Alejado del juego, el protagonista reveló que “no hace apuestas ni por diversión”. “Trato de no ver esos influencers, de alejarme de ese vicio que está tan normalizado”, reflexionó sobre las figuras de las redes que promocionan diferentes plataformas de juegos de azar.
Por último, dejó dos frases para pensar y ahondar en este flagelo que se metió de lleno en los jóvenes: “El primer paso es pedir ayuda a la familia” y “el casino siempre gana”.