No manejaba perfiles en redes sociales y se las rebuscaba para evitar las fotografías. Así como una semana aparecía rubia, a los días podía cambiar por un color moreno o pelirrojo. Del mismo modo cambiaba el color de sus ojos con lentes de contacto.
El constante cambio de look y las excusas absurdas formaban parte de las artimañas utilizadas por Gabriela Alcaraz (55), la acusada de haber matado a su novio, Lorenzo Oscar Castro (67), generando un incendio en su casa en la localidad de General Cabrera.
Los pretextos por parte de la mujer siguieron hasta cuando la citaron para declarar como testigo en Río Cuarto. Teniendo en cuenta que se hacía pasar como jueza jubilada de Buenos Aires, esgrimió que estaba “realizando actividades tribunalicias” en la Capital Federal.
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Cuando las pruebas la terminaron cercando, los investigadores pusieron en marcha el plan para detenerla. Montaron un operativo en una clínica riocuartense adonde la convocaron diciéndole que le entregarían documentación necesaria para avanzar en la investigación y allí procedieron a arrestarla el martes cerca de las 21.
Alcaraz, que se presentaba con una identidad falsa, quedó imputada de homicidio doblemente agravado contra Castro, un conocido rematador en el ambiente del turf. Además se conoció que la acusada estaba prófuga por un delito idéntico en Buenos Aires, adonde la habían condenado a perpetua.

Sobre esta mujer pesaba un pedido de captura internacional a través de Interpol, sin embargo hasta ahora había logrado mantenerse oculta en el sur de Córdoba.
“Esta persona pretendía lo que había logrado hasta el momento en Ciudad de Buenos Aires: fugarse y mantenerse prófuga”, aseguró el abogado querellante Alexis Alvarenga al ser consultado por ElDoce.tv acerca de la situación de la imputada, a quien definió como “extremadamente astuta”.
