16 muertos, desaparecidos, miles de casas bajo el agua y vecinos que perdieron todo. Ese es, al momento, el saldo del temporal trágico que azotó Bahía Blanca. Cayeron 200 milímetros en menos de cuatro horas según el Servicio Meteorológico Nacional. Otras estimaciones señalan que fueron cerca de 300 milímetros. ¿Podría pasar algo similar en la ciudad de Córdoba?
“Tenemos que estar preparados para un evento de ese tipo, no hay ninguna ciudad que esté exenta”, manifestó a El Doce Marcelo García, ingeniero civil especialista en ambiente. Rafael Di Marco, técnico en meteorología y diplomado en cambio climático coincidió con este pronóstico. “No sabemos ni dónde, ni cuándo puede pasar. Por eso no hay que subestimar las alertas”, agregó Roberto Schreiner, vocero de la Secretaría de Gestión de Riesgo Climático de la Provincia de Córdoba.
La historia reciente de las inundaciones en la zona también recuerda que las posibilidades existen. En 2015 ocho personas murieron a causa de la inundación en Sierras Chicas. En 1992 cerca de 40 personas perdieron la vida tras el aluvión en San Carlos Minas.
Cinco días después del temporal en Bahía Blanca, este martes 11 de marzo una fuerte lluvia llegó a la ciudad de Córdoba. Hubo calles anegadas, caos de tránsito y viviendas afectadas. Varias familias tuvieron que ser evacuadas en algunos barrios de la capital. La tormenta no fue fatal como en Buenos Aires pero generó preocupación. Según informó Di Marco cayeron 140 milímetros en 12 horas, más de la media habitual de lluvia para el mes de marzo.
Los eventos extremos están ocurriendo cada vez más seguido debido al cambio climático. “Antes uno miraba la historia y veía cada cuanto se repetían los eventos y con eso se predecía. Ahora la razón de que la historia no explica el futuro es el cambio climático”, manifestó García.

El proyecto ClimaMeter, financiado por la Unión Europea y el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia, realizó un análisis sobre el caso de Bahía Blanca. El estudio analizó eventos similares en el presente, los comparó con cómo habrían ocurrido en el pasado y concluyó: “Atribuimos principalmente el aumento de las precipitaciones en las inundaciones de marzo de 2025 en Argentina al cambio climático provocado por el hombre, y es probable que la variabilidad natural del clima haya desempeñado un papel modesto”.
En la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba quisieron ponerle números a esta nueva frecuencia de las lluvias intensas. En una práctica supervisada por García realizaron una medición de las tormentas en la localidad de Elena.
En el pasado allí un evento de lluvia de 130 milímetros o más en un día se repetía cada 25 años. Tras las mediciones, descubrieron que en los últimos cinco años hubo dos días en los que cayeron esa cantidad de milímetros o más. El 9 de noviembre de 2021 llovieron cerca de 130 milímetros y el pasado 7 de marzo cayeron 170. Esta segunda lluvia ocurrió el mismo día que la de Bahía Blanca, y tuvo el mismo origen en un patrón de agua que venía desde Brasil, señaló García. Es decir que en Elena lo que antes pasaba cada un cuarto de siglo, ahora ocurrió dos veces en menos de cinco años.
Estos cambios en el clima hacen que sea cada vez más difícil predecir los eventos extremos y también planificar las ciudades. El gran desafío es pensar las obras a futuro, señaló García. “Antes a nosotros nos decían que había que construir un puente pensando en una lluvia fuerte cada 25 años. ¿Ahora cómo vas a construir algo para eventos que no sabes cómo van a ser?”, manifestó.

Tras estas conclusiones la pregunta que surge es si estamos listos para una tormenta como la que ocurrió al sur de Buenos Aires. “Ninguna ciudad está preparada para tanta agua de golpe”, aseguró a El Doce Di Marco. “No vas a poder contener un evento como el de Bahía Blanca, lo que tenés que hacer es mitigar los efectos”, agregó García. Se necesita trabajar en las ciudades para prevenir los peores daños de los eventos extremos. “La catastrófica situación que está sufriendo Bahía Blanca demuestra la urgente necesidad de priorizar medidas de adaptación para proteger a las comunidades” expresó al respecto Marisol Osman, Doctora en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos e investigadora del CONICET.
Para prevenir los peores daños hacen falta medidas estructurales (obras) y no estructurales, explicó García. Dentro de las segundas se encuentran la planificación urbana y los sistemas de alerta temprana. Las zonas cercanas a los cauces del río deberían mantenerse sin urbanizar, manifestó el experto. “Ahora hay más viviendas que cuando hubo otras inundaciones. Las ciudades crecen descontroladamente sin pensar en qué pasa si llueve mucho”, agregó Di Marco.
Los árboles también son un elemento clave para prevenir las inundaciones. “Cuando la lluvia cae en lo que antes era bosque nativo y ahora es urbanización, escurre más”, advirtió García. Y graficó que de 10 gotas que caen en un bosque, siete se absorben y tres se escurren. En cambio si llueve en la ciudad, donde el suelo está impermeabilizado, de 10 gotas que caen, se escurren casi todas.
Para prevenir las inundaciones es importante controlar el estado de las cuencas y de los diques. “Una cosa es que caigan 300 milímetros cuando no estuvo lloviendo y otra cosa es cuando ya tenés el suelo saturado que no absorbe” señaló Di Marco. Puede suceder que no lluevan tantos milímetros pero eso genere problemas porque el suelo está saturado, agregó.

Desde la Secretaría de Riesgo Climático aseguraron que “en Córdoba no se subestima ninguna alerta”. 48 horas antes de la alerta se empieza a avisar a los municipios y a los cuarteles de bomberos, manifestó Schreiner. Las alertas son emitidas por el Servicio Meteorológico Nacional. El Observatorio Hidrometeorológico de Córdoba también dispara avisos propios.
Sin embargo este martes mientras diluviaba en gran parte de la ciudad de Córdoba, el Servicio Meteorológico Nacional anunciaba “tranquilidad”. Una hora después de comenzada la lluvia emitió un “aviso a corto plazo”.
En Córdoba se está trabajando para mejorar las alertas. La Universidad Nacional de Córdoba forma parte del proyecto “Prevenir”, una iniciativa conjunta entre instituciones de Argentina y Japón que tiene como objetivo desarrollar un sistema de alerta temprana de inundaciones urbanas repentinas.
La iniciativa trabaja en dos cuencas “altamente vulnerables”: la cuenca de los arroyos Sarandí y Santo Domingo al sur de la Ciudad de Buenos Aires y la cuenca del río Suquía en Córdoba. El proyecto comenzó en 2022 y prevén que estará operativo en 2027, aseguró García, quien es coordinador de una de las áreas del mismo.
“No hay que subestimar las alertas por más que no llueva. A lo mejor no llovió en un lugar, pero llovió en otro y a las tres horas tenés una crecida”, insisten desde la Secretaría de Riesgo Climático.