El Hospital Italiano de Buenos Aires fue escenario de una historia tan dolorosa como esperanzadora. Dos niños de Neuquén, internados en la misma habitación, quedaron unidos para siempre cuando uno de ellos, Luca, se convirtió en el donante de corazón de Felipe, su pequeño compañero de pasillos y noches compartidas.
Luca, de 2 años, había sido trasplantado de hígado y, tras una recaída, falleció en junio. Felipe, de 1 año, luchaba por su vida conectado a un corazón artificial luego de sufrir una miocardiopatía dilatada severa que agrandó su corazón a niveles extremos.
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Ambas familias se conocieron en noviembre pasado en el Hospital Italiano. Primero se cruzaron en pasillos y terapias; después descubrieron que tenían coincidencias que los unían: ambos eran de Neuquén y tenían hijos más grandes de 4 años.
Paula y Nicolás Zarragud, los papás de Luca, lo recordaron desde su provincia: “Vivía cantando, hacía que cantaba, repetía las canciones con mímica. Hasta internado era un nene feliz”. Pamela Domínguez dio la entrevista desde el Hospital Italiano. Según contó, a los 5 meses de vida Felipe, que era un bebé sano, tuvo una bronquiolitis que complicó su salud: tenía el corazón agrandado y ocupaba 3/4 de su pecho. Lo diagnosticaron con miocardiopatía dilatada severa y lo trasladaron sedado y con respirador desde su provincia al centro de salud porteño.
En esos meses, Felipe sufrió un ACV y un paro cardíaco. Ahí lo conectaron a una máquina que funciona en lugar de los pulmones y el corazón y luego a un Berlin Heart, un corazón artificial que jamás se había usado en un paciente tan chico en Argentina.

Pasó el tiempo, y Luca fue dado de alta pero después regresó al hospital porteño. Fue entonces que los médicos le dijeron a su familia que no había nada por hacer. Los padres de Luca empezaron a evaluar la donación de órganos y pensaron en Felipe de inmediato. “No sabíamos si su corazón iba a poder donarse, pero era lo que más fuerte tenía”, explicó Nicolás.
Lo que siguió fue un trasplante histórico: por primera vez en Argentina se realizó un trasplante cardíaco pediátrico por donación en asistolia controlada, es decir, cuando el corazón del donante ya no late. Una técnica hasta ahora aplicada solo en España y Australia.
Un abrazo y una vida nueva
El 18 de junio, Luca fue llevado a quirófano. Minutos después, Felipe. Las dos mamás se encontraron en la sala de espera. Paula le dijo a Pamela, la mamá de Felipe: “Ya nos avisaron que se puede”. A los pocos minutos, los médicos le confirmaron el operativo a la mamá del pequeño.
Más tarde, hubo un emotivo encuentro en los pasillos entre las dos familias. Los papás de Felipe abrazaron a los de Luca y les dijeron: “Ustedes le salvaron la vida a nuestro hijo”. “Lo conseguimos. Lo logramos”, les respondió Paula.

El corazón de Luca estuvo parado 30 minutos, y tras rigurosas evaluaciones, los médicos decidieron que era apto para el trasplante. Felipe, que estuvo meses conectado a un corazón artificial, hoy late gracias al de su amigo de habitación. “Me llena saber que la vida de Luca sigue en Feli”, dijo su mamá.
Trasplante
Antes de esta operación histórica, las donaciones de órganos eran con la muerte cerebral del donante. Ahora, con el caso de Luca y Felipe, lo que se hizo fue donarlo tras un paro, en lo que se conoce como donación en asistolia. “Normalmente el corazón se extrae de un donante con muerte cerebral, pero este fue distinto: el corazón se paró solo. Es la primera vez en Argentina que se coloca un corazón que no está latiendo”, explicó el presidente del Instituto de Trasplante de la Ciudad de Buenos Aires, Carlos Cichero.