No hay dudas de que el cadáver en descomposición era lo más aberrante que había dentro del departamento 3°B del edificio del centro de Córdoba, pero no era lo único. Noticiero Doce accedió a imágenes exclusivas de lo que había en la unidad en la que Horacio Grasso cumplía la domiciliaria por el crimen de Facundo Novillo.
El departamento está en el tercer piso y una de sus ventanas da a la calle Pasaje Emilio Huespe. En el balcón hay una estructura de madera que sería de una cama y bolsas negras. En el interior aparecen cosas más asquerosas y que denotan un notable estado de abandono: un parlante, una silla y otros elementos como puertas, papeles y tuppers con cubiertos en el interior.
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Moscas y gusanos aparecen cerca de un balde e impregnados en techos y paredes. También hay cables colgando, revoques salidos y los pisos sucios como si desde hace años nadie pasara una escopa. Lo mismo sucede con las ventanas: tienen suciedad pegada que impide mirar a través del vidrio y las persianas están resecas.

Las imágenes coinciden con los relatos de vecinas que hablaron en Arriba Córdoba y El Show del Lagarto. Todas coincidieron en que Grasso vivía en un estado de abandono total, sucio, descalzo y pidiendo comida a los demás. Incluso, afirmaron que tanto él como sus perras tenían un olor nauseabundo que dejaba en los ascensores y el hall de ingreso cuando salía.
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Los vecinos sospechaban que algo extraño sucedía en el departamento 3°B pero no tenían datos certeros. Sólo conocían el antecedente de la condena de Grasso y algunas actitudes extrañas que protagonizó, como ataques a otros inquilinos o gritos de mujeres.

Lo que sí sabían es que la unidad tenía problemas de humedad e inundaciones por pérdida de agua que afectaba a otros departamentos. Por esa cuestión, desde el consorcio insistían en que les dejaran arreglar las afecciones pero Grasso jamás se los permitió, según contó una de las vecinas.
Fue recién el miércoles, después de que el expolicía fue llevado otra vez a Bouwer, que el 3°B fue abierto por su hermano tras una intimación de la administración. En ese entonces, el olor nauseabundo inundó todo el complejo y el sábado se concretó el hallazgo, tras la denuncia de dos albañiles que habían sido contratados para reformar el lugar.
