El departamento del edificio de calle Buenos Aires al 300 donde apareció un cadáver descompuesto oculto en un ropero era un foco de olores y mugre. Allí cumplía su prisión domiciliaria Horacio Antonio Grasso, el expolicía condenado por el crimen de Facundo Novillo ocurrido en 2006 en Colonia Lola.
Grasso estaba condenado a 27 años de cárcel desde 2009 y llegó al edificio cuando comenzó la pandemia. En ese entonces, los vecinos desconocían su terrible antecedente pero con el paso del tiempo supieron quién era y comenzaron a notar actitudes extrañas y hasta agresivas.
Una vecina -que prefirió mantener el anonimato- relató en El Show del Lagarto que viven “un horror” desde que llegó a la torre ubicada a dos cuadras de la plaza San Martín. Según dijo, desde la llegada “comenzaron a suceder hechos preocupantes en el edificio” y enumeró ataques a vecinos: una vez le tiró líquido inflamable y una bomba molotov a otro inquilino, incendiándole su departamento; y en otra oportunidad le llenó de materia fecal la puerta a una mujer.
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“No tenía tobillera electrónica ni nada”, sentenció la vecina y aseguró: “Lo veíamos a él abajo que sabía venir un taxi y cargaba un calefón y un calefactor. También venían muchos deliverys”.
Olores y hallazgo
El hallazgo del cadáver fue el sábado, cuando dos albañiles ingresaron al 3°B para refaccionarlo por pedido del hermano de Grasso. La mujer precisó que fue a partir de una intimación del consorcio que pudieron acceder pero que desde hacía tiempo no les permitían entrar. Ahora sospechan que el expolicía no dejaba que ingresaran a arreglar los problemas de humedad y pérdida de agua por el cuerpo que mantenía oculto.
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“Antes de lo que sucedió el miércoles (día en el que se instaló el olor en toda la torre) hubo una semana en la que uno de los ascensores no se pudo usar por la mezcla de olores”, señaló y siguió: “El portero decía que era uno de sus perros que había vomitado. Era el olor que tenía impregnado Grasso”.
Según la vecina, el miércoles el asesino se fue del departamento y el dato coincide con su regreso a la cárcel de Bouwer. Entre el jueves y el viernes, el hermano sacó basura “de todo tipo”, lo que expandió la peste por todo el edificio. Luego de eso se produjo el aberrante hallazgo.

Gritos y suciedad
El aspecto de Grasso era siempre dejado y sucio. Así lo explicó la mujer, que aseguró que el hombre andaba “descalzo, pedía comida y dinero y no tenía tobillera”. Además, relató dos situaciones en las que se escucharon gritos de mujeres. Una fue el 11 de febrero de 2024 y quedó registrada en el grupo de WhatsApp del edificio.
“Ese día se sentían los gritos de una mujer que no sabíamos de dónde provenían”, comentó y añadió sobre la identidad del cadáver: “Ahora nos estamos preguntando si no habrá sido esa la mujer o si era otra persona”. Cabe destacar que por el avanzado estado de descomposición no se pudo determinar si es de un hombre o una mujer y tampoco la edad.
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El otro hecho fue entre fines de 2024 y principios de 2025. Otra vez se escucharon gritos pero alguien avisó a la Policía y la chica “logró escapar”, contó la vecina.