Noticiero Doce accedió, en exclusiva, al expediente que da cuenta de las reiteradas infracciones de Horacio Grasso en el marco de su segunda prisión domiciliaria. El expolicía condenado por el crimen de un nene en Colonia Lola y en cuyo departamento encontraron el cuerpo de una mujer en descomposición incurrió en varias salidas no autorizadas.
De acuerdo a los registros del Patronato del Liberado, el asesino de Facundo Novillo incurrió en los siguientes incumplimientos:
- 6 de junio de 2024: no se encontraba en el domicilio de la calle Buenos Aires 315, aunque al día siguiente sí estaba.
- 3 de septiembre de 2024: no estaba en el inmueble, aunque luego hubo dos visitas en las que sí se encontraba.
- 29 de noviembre de 2024: lo citaron para hacerse pericias médicas pero no fue, a pesar de que el argumento de la domiciliaria era por una afección cardíaca.
- Tampoco concurre a las pericias médicas el 7 de febrero de 2025.
- 12 de marzo de 2025: no estaba en el departamento.
- 11 y 15 de abril: no dio la cara en su domicilio.
- 29 de abril de 2025: estaba fijada una audiencia y no concurrió.
- 23 de junio de 2025: su tutor Cristian Reartes expresó su deseo de renunciar a su cargo porque Grasso no cumplía con las restricciones que se le impusieron.

En torno a estas infracciones se comprobó que Grasso desconectaba la tobillera electrónica para poder irse del departamento, a la vez que no respondía los intentos de comunicarse con su celular.
Luego de tantas salidas no autorizadas, el expolicía pidió estar bajo libertad condicional, pero la Justicia denegó el pedido y fue derivado a la cárcel de Bouwer.
En esa línea, la opinión médico-legal de la Justicia dio a entender que Grasso estaba en condiciones de volver a prisión común. “El señor Grasso no reúne criterios médicos de una persona discapacitada, goza de autonomía y no necesita cuidados permanentes. Por lo antes expuesto, puede permanecer alojado en un establecimiento penitenciario tratando adecuadamente su enfermedad sin que implique desde un punto de vista médico clínico, un trato cruel, inhumano o degradante, y no corresponde su alojamiento en un establecimiento hospitalario, sin signos ni síntomas de enfermedad en período terminal”, reza el informe.
Además de estas serias faltas, Grasso conseguía certificados médicos truchos a través de un doctor que usaba la matrícula de otra profesional. Así mantenía el beneficio de prisión domiciliaria con total impunidad.
A partir de esta serie de irregularidades los interrogantes no tardan en surgir: ¿Por qué pasó tanto tiempo para que le sacaran la domiciliaria? ¿Por qué Grasso no fue derivado antes a la cárcel común? ¿Nadie del Patronato del Liberado sentía el olor a podrido desde afuera cuando lo iban a controlar?