Una mujer denunció haber sido abusada sexualmente por Horacio Antonio Grasso, el expolicía condenado por el asesinato del niño Facundo Novillo en 2007 y al que le encontraron un cadáver en el ropero de un departamento en el centro de Córdoba.
El ataque habría ocurrido entre marzo y agosto de 2021, en el 3° B del edificio ubicado en Buenos Aires 315, según señaló en diálogo con El Doce el abogado Carlos Nayi, en representación de la denunciante.
El letrado advirtió que el episodio tuvo lugar en el mismo inmueble donde el 5 de julio pasado fue hallado un cuerpo que aún espera ser identificado pero del que ya se conoció que era pertenece a una mujer.
La denunciante, que ya fue admitida como querellante, relató que durante 2021 retomó el contacto con Grasso, tras haberse alejado a raíz del crimen de Facundito. Comentó que el hombre logró manipularla asegurándole que era inocente y generando una relación de confianza que terminó en una cena en la que fue drogada y abusada.
“Fue asaltada sexualmente luego de haber consumido una bebida”, advirtió Nayi. Además, remarcó que la víctima intentó denunciar la situación en el Polo de la Mujer el 12 de octubre de 2022, pero no fue atendida: “Esperó varias horas y nunca la llamaron”.
El abogado explicó que amplió su denuncia el 29 de diciembre de 2023, pero tampoco fue convocada a declarar ni se le realizaron pericias, según indicó. Ahora, luego de haber sido admitida en la causa la fiscalía que interviene dispuso avanzar en peritajes.
+ VIDEO: la palabra de Nayi:

Falta de controles
Nayi cuestionó la falta de respuesta judicial a partir del hallazgo del cadáver hace casi tres semanas, pero que llevaba meses oculto en el ropero del departamento donde Grasso cumplía prisión domiciliaria.
“Tal vez si se hubieran puesto en marcha los mecanismos que indica la ley, la señora, señorita, niña, mujer o anciana que estaba en ese placard hoy la tendríamos con vida”, apuntó.
Grasso, que ya no está en su domicilio, fue trasladado nuevamente a la cárcel de Bouwer días antes del hallazgo del cadáver. Según testimonios de vecinos y de la propia denunciante, incumplía regularmente las condiciones de su prisión domiciliaria: salía sin tobillera electrónica, se movía libremente por el Bajo Pueyrredón y no recibía controles médicos.