Ramón Ramírez es guardia del terreno donde en las últimas horas dejaron bolsas de residuos con restos humanos. Oriundo de Arroyito, hace unos cuatro meses se gana la vida custodiando el predio de la Avenida Cárcano al 800. Nunca imaginó que este viernes, poco después de instalarse en Córdoba, iba a ser testigo de una escena tan macabra.
“Yo salí a las 9, andaba por el terreno buscando cardos, y siempre ando por la orilla, porque tiran basura. Ahí encontré una bolsa negra que ayer (jueves) a las 4 de la tarde no estaba”, reveló en exclusiva con Telenoche mientras señalaba la zona de barrio Chateau Carreras cercada por la Policía.
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“Empecé a romper con la azadita y veo una venda con sangre. Lo primero que pensé es que era una criatura. Seguí sacando, parecía carne de chancho hasta que vi un brazo. Cuando vi la mano llamé al capataz y le dije lo que estaba pasando”, agregó.
Inmediatamente, el responsable del terreno llamó a la Policía que no tardó en llegar. Se preservó la escena y se convocó a Policía Judicial. El fiscal Horacio Vázquez encabeza la investigación para identificar el cuerpo y saber qué sucedió. Según trascendidos, los restos son compatibles con dos brazos cortados en tres partes.
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Una noche “perfecta”
El testimonio de Ramírez aportó un dato clave. Si el relato se ajusta a la verdad, resulta determinante para reconstruir lo que pasó: las bolsas con restos humanos no estaban el jueves, al menos, hasta las 4 de la tarde. Quiere decir que fueron depositadas entre las 16 de esa jornada y las 10 de la mañana de este viernes. El que lo haya hecho no se esforzó demasiado por esconderlas. Estaban a la vera de la colectora de Circunvalación, a la vista de todos.
Quizás la niebla de anoche produjo las condiciones “perfectas” para no levantar sospechas. En cercanías del terreno hay un domo de la Policía de Córdoba. Las pericias determinarán si esa filmación revela quién o quiénes dejaron las bolsas ahí. La escasa visibilidad afecta la calidad de la prueba.
“Cuando vi los restos se me subió la tensión a la mierda. Me puse mal porque nunca vi algo así. Esta noche voy a soñar esas cosas, fue un horror ver eso ahí”, lamentó Ramón en compañía de Negro, el perro que lo sigue a todos lados. Conserva en una mano la azadita con la que descubrió todo. Más allá de lo que determine la Justicia, para él, será una mañana difícil de olvidar.