La investigación por el crimen de Enzo Joaquín, el nene de 8 años asesinado en Lomas de Zamora, avanza con una hipótesis tan estremecedora como dolorosa: los investigadores creen que su padre lo mató para vengarse de su ex pareja, quien había tomado la decisión de separarse.
El caso, caratulado como homicidio agravado por el vínculo, conmocionó al país por la brutalidad del ataque y por los indicios que apuntan a una premeditación cargada de resentimiento.
El acusado, Alejandro Ruffo, permanece internado en el Hospital Gandulfo con pronóstico reservado. Está en terapia intensiva e intubado tras haber intentado quitarse la vida con un profundo corte de 10 centímetros en el abdomen.
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La fiscal Fabiola Juanatey, a cargo de la UFI N°2, ordenó su inmediata detención y permanece bajo custodia judicial mientras se recupera.

Todo ocurrió el martes por la tarde, cuando la madre de Enzo, alarmada porque no lograba comunicarse con Ruffo, pidió ayuda al 911. Al llegar al domicilio, la Policía Bonaerense se encontró con una escena de terror: el hombre agonizaba en el living, con múltiples heridas, y el cuerpo del niño yacía sin vida sobre la cama matrimonial, con signos de haber sido apuñalado en varias ocasiones.
Una fuente del caso explicó a Infobae que “el matrimonio venía con problemas de pareja y la señora se quería separar. No hay nada que indique que el sospechoso era psiquiátrico”. Sin embargo, en una instancia anterior, la madre del niño había reconocido que Ruffo tenía antecedentes de problemas mentales.
En esta primera etapa de la causa, todos los testimonios recolectados apuntan a un conflicto vincular que habría desencadenado el hecho más extremo.
Mientras Ruffo lucha por sobrevivir bajo custodia, la causa continúa su curso con la expectativa de que, si se recupera, pueda ser trasladado a prisión para enfrentar el juicio por el aberrante filicidio.