Autoridades y especialistas llevaron adelante un operativo delicado en Chaco para . Se trata de un artefacto vinculado a un cohete espacial, según las primeras estimaciones.
El elemento, compuesto por aluminio y recubierto en fibra de carbono, fue envuelto con precaución y enviado a una base de la Fuerza Aérea antes de su traslado a la ciudad de Buenos Aires, donde será estudiado en detalle.
El director del Centro Aeroespacial de la Fuerza Aérea, Rubén Lianza, explicó que el objeto “no presenta riesgos químicos ni radiológicos”, aunque alertó sobre la peligrosidad del material externo, que puede liberar partículas irritantes.
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Durante más de 90 minutos, técnicos y personal militar comprobaron que el cilindro no liberaba sustancias peligrosas. Se utilizaron sensores especializados, incluido un contador Geiger y detectores de hidracina, un compuesto habitual en sistemas de propulsión.
El hallazgo sorprendió a los pobladores de Puerto Tirol, donde el artefacto impactó sin causar daños. Mide casi dos metros, tiene válvulas en uno de sus extremos y lleva grabado un número de serie que podría ser clave para conocer su origen exacto.