Si sos de los que suele besar a los perros en la boca, quizás sea momento de pensarlo dos veces. En la Argentina crecen los casos de equinococosis quística, una enfermedad parasitaria endémica que puede transmitirse a través del contacto con mascotas infectadas, principalmente por la saliva o el pelaje cuando los animales no están desparasitados.
El patógeno es un parásito que se aloja en el intestino de los perros, sin afectarlos, pero que elimina huevos a través de las heces. En zonas rurales, el ciclo de contagio se retroalimenta cuando el ganado se infecta y los perros son alimentados con sus vísceras. De esta manera, se establece un círculo vicioso difícil de cortar.

Aunque el foco de transmisión suele estar en áreas rurales o semirrurales, también puede darse en ciudades: perros que estuvieron en el campo y son trasladados a la urbe, o faenas de frigoríficos donde restos de ganado infectado terminan como alimento para los animales.
Una amenaza silenciosa
La hidatidosis puede pasar años sin manifestar síntomas, hasta que los quistes generados por el parásito crecen o se rompen, ejerciendo presión sobre órganos vitales. Los datos oficiales muestran que entre 2019 y 2023 se registraron en promedio 470 casos anuales, pero en el último año informado el número trepó a 643. En situaciones graves, la infección puede ser mortal.
El diagnóstico se realiza mediante ecografía y el tratamiento varía según el caso: albendazol —medicación provista por el Ministerio de Salud— para los quistes pequeños, y cirugía para los de mayor tamaño.
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En los seres humanos, los quistes se instalan en el hígado en el 80% de los casos, en los pulmones en un 10%, y en menor proporción en otras vísceras como riñones, corazón o músculos.
Los especialistas remarcan la importancia de la prevención, con la desparasitación periódica de los perros y la correcta manipulación de alimentos, especialmente en zonas rurales.