Tras más de dos años detenido, José Antonio De Olivera Suárez, de 32 años, reconoció haber asesinado a su hijastro Alberto De Olivera, de 19, durante una expedición de caza furtiva en la Reserva de Biósfera Yabotí, en el nordeste misionero.
El acusado aceptó una condena de 18 años de prisión, tras un acuerdo entre la Fiscalía y su defensa en el marco de un juicio abreviado, que deberá ser homologado por el Tribunal Penal de Oberá.
El hecho ocurrió a fines de septiembre de 2023. De Olivera Suárez y el joven partieron desde su vivienda en el paraje Guabiroba, en El Soberbio, hacia una zona de selva conocida como “Picada Chuchú”, a más de 40 kilómetros, equipados con dos escopetas para cazar en un área protegida y donde la actividad está prohibida.
Dos días después, el hombre regresó solo a su casa, se bañó y se presentó en la comisaría local para denunciar que su hijastro se había suicidado con su propia escopeta. Aseguró que el adolescente se había alejado unos metros del campamento para orinar y que luego escuchó un disparo.
Sin embargo, cuando la Policía y un médico legista llegaron al lugar, encontraron el cuerpo del joven boca arriba y con una herida de arma de fuego en la espalda, lo que descartó de inmediato la hipótesis de suicidio.
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Además, no se hallaron restos de pólvora en la lesión ni la escopeta que, según el acusado, había quedado al lado de la víctima. Tampoco apareció la camisa del joven, y las armas secuestradas en la vivienda del homicida no pudieron ser vinculadas al disparo.
Por estos elementos, el Juzgado de Instrucción de San Vicente ordenó su inmediata detención y lo procesó por homicidio agravado por el uso de arma de fuego y alevosía, delito que en un juicio ordinario hubiera implicado prisión perpetua.
Finalmente, en el juicio abreviado, De Olivera Suárez confesó el crimen y la Fiscalía actuante le cambió la carátula, lo que permitió evitar la condena a perpetua.