A principios de los 90′, cuando las voces principales eran el Toro Quevedo y Rubinho, Chébere se dio un gusto: ir a grabar un disco de cuarteto a Los Ángeles. El hecho en sí se planteó como una hazaña: una decena de músicos cordobeses viajando a un país donde nunca habían escuchado hablar del tunga tunga.
Claro, los tiempos eran otros. La economía argentina transitaba el uno a uno, algo que hizo más sencillo que un grupo pudiera viajar al exterior a grabar un disco. De acá se llevaron grabados los teclados y en los estudios de Universal se grabó el resto: los caños, las cuerdas, la percusión y las voces.
“Yo no había llevado instrumento. Cuando fui allá me abrieron un mueble grande y había ocho bajos y me dijeron elegí, estaba en un sueño”, recuerda todavía con emoción el Beto Guillén, bajista y fundador del Chébere original en 1974.
Fueron días increíbles para los músicos en Estados Unidos. Estaban viviendo el gran sueño americano de la música, grabar un álbum con equipos de primera calidad que por estos lados aún no habían llegado. Y no solo de primera eran las chapas, ya que estando allá lograron que participara el percusionista de Madonna y de Maná y hasta los caños de Phill Collins.
La publicación del disco llegó con un libro accesorio con fotos de la gira, las letras de las canciones y los músicos que participaron. “Queríamos mostrarle a la gente lo que habíamos hecho”, explica el Pato Lugones.
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Sin embargo, toda esta movida no tuvo en la Argentina la repercusión que se esperaban. Por aquellos años, Chébere estaba en su mejor momento y vendía miles de discos en todo el país, Previendo la situación y esperando a que continúe esa línea, hicieron imprimir 30 mil discos con sus respectivos packaging.
Pero el sueño americano cordobés se terminó cuando al momento de publicarlo se vendieron muy pocas copias. “A la gente no le gustó, no lo compró, no sé por qué, no sé si es porque nos fuimos afuera a grabarlo o qué, porque sonaba espectacular”, recuerda con amargura procesada el locutor, que reveló el particular destino que tuvieron los libros del álbum: “Las terminamos vendiendo por cartón en una cartonera de Alto Alberdi. Creo que nos alcanzó justo para pagar el flete”.
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Unos meses después, el grupo se presentó en La Vieja Usina (actualmente Plaza de la Música). Según relata el Pato, hacía unos días habían adquirido una consola de grabación que la querían poner a punto para grabar a la semana siguiente. Así que para probarla le dieron REC y grabaron el show, sin grandes expectativas. Lo que sucedió es que cuando fueron a ver la prueba, les gustó tanto que decidieron publicarla, y así es como nació el album “Chébere en vivo en La Vieja Usina” de 1994.
Una historia más de las tantas que cosechó el grupo que cambió el sonido del cuarteto en sus 50 años de vida. ¡Feliz cumpe Chébere!
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