Carli Jiménez está trabajando intensamente en busca de hacer cosas nuevas. Después de sacar a la luz "En ritmo de cuarteto, homenaje al Rey Palito", presentó algunos adelantos de los que será su nuevo disco. "Enfrentados" (la canción que hace junto a su padre) y "Te fallé" ya se escuchan en todas las radios de cuarteto.
"En un momento de rebeldía quise hacer otros estilos. Traté de escaparme, pero la vida fue sabia conmigo"
"La cueva", como llaman a la sala de ensayo de la casa de La Mona Jiménez, es un lugar muy especial para él. Se crió viendo pasar por ahí a los mejores músicos de habla hispana: Fito Paez, Manu Chao, Andrés Calamaro y la lista sigue. Su habitación de niño estaba justo arriba y escuchaba todo: "No había esta acústica, eran cuatro paredes llenas de planchas de huevos. Me volaba la cabeza a la madrugada escuchando el tunga tunga a todo volumen y al otro día al colegio", recuerda con humor.
Ahora, este templo musical es la sala de ensayo de todo el clan Jiménez. La mañana es del Carli y su banda, por la tarde llega el Mandamás, y más tarde es el turno de Lorena. Un lugar con una mística especial y en constante movimiento.
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Imposible no amar el cuarteto para él. Sin embargo, sus inicios musicales fueron por otro camino. Desde los doce años fue al conservatorio y aprendió la parte más técnica de la música. "En un momento de rebeldía quise hacer otra cosa, rock, otros estilos. Traté de escaparme, no hacerme cargo, pero al final la vida fue sabia conmigo y me ubicó donde tenía que estar, representando al cuarteto".
Como hijo del cordobés más famoso, no todo fue alegría en su niñez. Vivió la emoción de ver cómo la gente adoraba a su padre, pero también sufrió escuchando lo que se decía de él . "Cuando pasó lo de Cosquín a mi viejo lo trataron de asesino, de responsable de lo que pasó con esa persona y eso me dio miedo de dedicarme a hacer música", asegura con dolor.
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Sobre el precio de la fama, un tema latente después de las declaraciones de Ulises Bueno, dijo que no le pesa, lo vive con naturalidad y le encanta recibir cariño de la gente, aunque un poco le molestan los comentarios en las redes sociales: "Tienen un costado oscuro, me bardean sólo por ser hijo de la Mona, tuve que procesar que el problema no era yo sino ellos", reconoció.
Con 36 años ya no le pesa su legado y aclara, siempre que puede, que no quiere ser el sucesor de La Mona: "No me cuelgo de eso, estoy haciendo mis pasitos, somos distintos y cada cuál tiene su manera de ser, pero genéticamente somos parecidos, no puedo cambiar mi timbre de voz", dice en tono de broma.
Ahora disfruta de su presente musical en crecimiento. Todos los sábados se presenta en La Jungla, un show que ya es un clásico en la noche cordobesa.
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