El oficio de los autores y compositores a veces es poco reconocido en el género popular cordobés. En el Día del autor y compositor musical, invitamos a cinco referentes de nuestra música a debatir sobre estos temas y sobre la necesidad de replantear las bases en el futuro.
Cada obra musical tiene un derecho por sobre su letra y su música. Es decir, que cada vez que esa obra se reproduce, ya sea en un show, en la radio o en una fiesta privada, el autor percibe un monto determinado por su trabajo. Este número se determina teniendo en cuenta la cantidad de personas que podrían estar realizando la escucha, por lo que, en cada show, el artista debe planillar a SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) cuáles fueron las canciones que sonaron y el número de asistentes.
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Sin embargo, en algunos ámbitos el control de esta actividad a veces es liviano y no se controla que de verdad se cumpla y este es uno de los principales reclamos de los autores. “Han dejado de escribir muchos por esta razón, hablo por mí también, porque no encuentran en este trabajo una salida laboral y no ganan el dinero que deberían ganar”, asegura Marcos Bainotti, una de las plumas más conocidas en la provincia.
El autor de éxitos como "Visita fantasma", "Ruleta rusa" (La Mona Jiménez) y "Gabriela" (Ulises Bueno) explica la importancia de que su trabajo sea valorado también económicamente para la calidad de las canciones: "Escribir es una actividad ociosa, como toda actividad creativa, tenés que estar sin hacer nada, dedicado a eso, entonces si tenés que trabajar en otra cosa para sobrevivir, no tenes tiempo para escribir”.
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“Estamos mal administrados, a mí me grabó Jiménez "El bohemio", y no se planilla, lo toca Damian, no se planilla, lo toca Ulises, no se planilla. ¿Quién es el perjudicado? El autor”, explica Pipino Moreno, quien no tiene pelos en la lengua para hablar de artistas de renombre.
Esta es una práctica común quizás en distintos géneros, pero en el cuarteto, donde el círculo es chico, es fácil saber si un artista incluye en su repertorio una de las canciones más conocidas de la música popular cordobesa y no la incluye en la planilla.
Pipino.
"Es durísimo viajar por todo el país y ver que tu canción suena en todos lados y vos no cobraste un peso", aporta Sergio Sosa.
En la misma línea, Lucas Ninci apunta: "Es una sociedad a la que le falta muchísimo de crecer, cambiar la cabeza y entender la propia música. Para nosotros componer es un acto de amor y a Sadaic le falta darse cuenta de lo que está pasando a sus propios socios”.
Todos insisten en que su planteo no es atacar al artista que canta, sino a la falta de control, que los perjudica de manera grave.
La autoría de las canciones
Los referentes destacan un vicio muy común en la música: anotar la propiedad de las canciones personas que nada tuvieron que ver en ese momento tan básico como su creación. Y si bien es algo de lo que no se habla en voz alta, es uno de los grandes problemas que tienen sus autores verdaderos, de no sentir el reconocimiento adecuado de su trabajo, por un lado en lo económico (cobran la mitad, la tercera parte o hasta mucho menos de lo que les corresponde) pero fundamentalmente en lo simbólico.
Sergio Sosa.
“Un día no vas a estar, y esa canción va a seguir sonando en la radio. Ese romanticismo del que hablamos los poetas, que tratamos simplemente de marcar con nuestra firma un episodio en el tiempo, y que no haya sido en vano nuestra música”, asegura Sergio Sosa, quien hace años compone para La Barra, Ulises Bueno y otros artistas.
“Primero empecé componiendo para mi grupo y después para otros artistas del cuarteto, y me encontré con esa realidad de que a veces mis palabras tenían otro dueño, en el medio de lo que yo había soñado, de ese acto de amor que es la composición, yo me encontraba siendo socio de personas que no habían dicho ninguna de esas palabras”, explica con claridad Ninci, quien optó por apostar al proyecto con sus hermanos (Monada) y dejar de escribir para otros.
Pero esta posibilidad no es para todos. Los compositores que además son intérpretes reconocidos, como es el caso de Marcos (MegaTrack), que tienen sus propios grupos, cuentan con la ventaja de plantarse en su trayectoria y decidir no “regalar” parte de su trabajo: “Yo no lo hago más, por eso hace mucho tiempo que no le hago más una canción a nadie”, asevera el cantante del Mega.
Según apuntan, muchas personas dentro de la cadena de la industria terminan compartiendo la autoría en partes iguales con quien realmente participó en un 100% del acto creativo.
“A mi no me interesa que digan esta canción es mía, pero estamos hablando de que nos faltan de respeto a los autores, estamos mal administrados y tenemos que compartir nuestras cosas, y no tenemos por qué hacerlo”, admite en la misma línea Bainotti.
Esto se convierte en una desmotivación para muchos poetas del género, que se encuentran en la disyuntiva de si proponer o no una canción a un artista popular compartiendo autoría (y derechos económicos), o mantenerla en el cajón de los recuerdos personales y que no tenga la posibilidad de ser conocida por el público.
“Dentro de 100 años cuando yo no exista más y los pendejos vean esta canción y digan a ver de quien es, ah mirá, esta canción la hizo este, este y este, ah mirá que capo este y capaz que yo paso sin pena ni gloria y es mi mensaje hacia el universo, es ese acto de amor que yo hice para darle al mundo”, concluye el mayor de los Ninci.
Atraso tecnológico
El otro punto que se plantea respecto a los derechos comerciales es el atraso que existe respecto a los derechos en las nuevas (ya no tan nuevas) maneras de reproducción de la música en el mundo.
Básicamente, hay un vacío legal de hace muchos años con las redes sociales como Youtube, donde solo perciben regalías los intérpretes. “Si el autor no se ocupa de eso, no lo cobra”, explica Jorge Villarreal, quien escribió más de 500 canciones tanto en Argentina para la Mona Jiménez, como para Europa. Entre las más exitosas, están nada menos que "El bum bum" y "Beso a beso".
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