Ya es un clásico de todos los años: el cuarteto pisa fuerte en el Festival de Peñas de Villa María y este 2020 lo hizo a puertas cerradas ante más de 12 mil personas.
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La velada arrancó pasadas las 21 con Palito Sánchez entreteniendo al público que se terminaba de acomodar para vivir una verdadera fiesta. La Barra subió al escenario 21,30 puntual y la gente se encendió con los éxitos de siempre y el clásico de cumbias enganchadas.
Con la Pepa Brizuela en su mejor versión, charlando con el público y haciendo chistes, el grupo calentó la previa del día de los enamorados con canciones que van directo al corazón.
Más tarde llegó el turno de Ulises Bueno, que copó el Anfiteatro Centenario con un sonido arrollador y la gente saltó y bailó durante las casi dos horas que duró el show. La perlita de la noche fue un homenaje al máximo ídolo cuartetero: la cara de la Mona Jiménez invadió las pantallas y una murga ingresó al escenario como preludio de la fiesta: "Muchacho de barrio", "El león" y un toque del clásico pasito jimenero hecho por el mismísimo Ulises.
Todo terminó con el infalible "Dale vieja", que llenó de alegría al público.
Pasada la medianoche, Damián Córdoba volvió a inyectar de energía la ciudad con su octava participación ininterrumpida en el Festival de Peñas. Y en esta ocasión, con estreno de lujo: Pupú Mossello debutó como presentador en la banda y le puso el toque "picante" al show, que compartió con su ex banda.
Un grupo circense, bailarines que mezclaron género urbano con pasitos de tunga tunga y la energía arrolladora del Wacho fueron parte de la presentación. Tampoco faltó el momento para la emoción. Sonó "Qué tal" y el cantante tuvo que frenar la música para dejar lugar a las lágrimas por la reciente pérdida de su papá.
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Tras su show, la gente se quedó bien arriba y Q´Lokura llegó para meterle frescura joven. Nico y el Chino, de bermudas y campera veraniegas y al tono, subieron al escenario con la compañía infaltable de su amigo Gonzalito, que los acompaña en cada baile.
Sobre el final, el cierre a cargo de Trulalá, que cantó sus clásicos ya entrada la madrugada y sin la complicidad de la televisión. Solos con el público que se quedó sin miedo a pasar de largo, Pablo, el Pana y Gino cerraron el telón de una noche cuartetera que quedará en la memoria de los 12 mil cuerpos que bailaron con el ritmo en la sangre.