Tocaron entre 5 y diez años juntos remándola entre Córdoba y Buenos Aires. Después de una década, un día la pegaron y se convirtieron en un boom nacional. Hicieron 13 Luna Parks, tocaron en todos los medios de la capital y recorrieron el país entero. Hasta que un día todo eso súbitamente se terminó.
Los músicos del Potro Rodrigo fueron los testigos más cercanos del fenómeno que dejó paralizado a todo un país. Y nunca se olvidarán de todo lo que vivieron junto al que, a pesar de ser su jefe, los trataba como si fueran hermanos.
"Éramos una familia, él compartia mucho tiempo con nosotros. Estaba siempre en el mismo hotel, comía la misma comida. Nunca hubo diferencias, era uno más, nos defendía a nosotros y a los asistentes y siempre daba la cara", asegura Alberto Campos, quien además de ser su tío fue su baterista durante todo ese recorrido.
Convocados por Cuarteteando, algunos músicos de la banda original del Potro se volvieron a juntar en su aniversario para tocar una vez más esas canciones que conoce cualquier argentino de a pie.
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La primera formación, la que llegó desde Córdoba, estaba compuesta por nueve integrantes. Después se sumaron algunos músicos más de Buenos Aires.
"El show de Mar del Plata fue la bisagra entre un momento muy bueno y una explosión. Vinimos de Neuquén, hicimos Mar del Plata y a la noche nos fuimos a Tucumán. Al otro día volvimos a Buenos Aires y estaba todo empapelado con su cara y me pedían autógrafos a mi que no me conocía nadie", recuerda Sergio Yanotti sobre la noche en que el cuarteto se hizo sentir desde la Costa Atlántica y retumbó en todo el país.
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Para enero del 2000, el grupo ya estaba tan aceitado que tocaban canciones nuevas casi sin ensayarlas. Llegaron a hacer 27 shows en un solo fin de semana. El récord en una noche fue de 11 toques, desde las cinco de la tarde.
"Algún día se van a arrepentir de pedirme vacaciones", les decía él cuando le reclamaban que no veían a sus familias hacía cinco semanas. "Y tenía razón, parecía que siempre estaba tres o cuatro escalones más adelante que nosotros, era superior", enfatiza Toyn Toyn Martínez, el encargado de los timbales.
Sobre su precipitado final, ese que tuvieron que ver con sus propios ojos, entre ellos no se ponen de acuerdo en lo que pasó y, aunque "el trauma sigue estando", cada uno lo procesó a su manera. Sin embargo, en algo coinciden: nunca se olvidarán de ese líder amigo que los defendió a capa y espada y se negaba a hacer playback cuando lo invitaban a los programas de tv.
"Yo siento que nos robaron la estrella. Era nuestra bandera, nuestro símbolo, nuestro jefe, nuestro amigo. Ahora Rodrigo Bueno es luz y siempre va a estar en los corazones de los que lo amamos", reflexiona Tedy Tessel.