La noticia le llegó de parte de una amiga, que le comentó que había una familia a la que se les había prendido fuego el rancho en una villa y necesitaban ayuda. Este grupo de amigos está siempre a disposición para causas solidarias y lo hacen de manera desinteresada: "Siempre ayudamos, pero no lo hacemos público, no nos interesa", contó Gastón Fernández a Cuarteteando.
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Se trataba de un nene que vive con su mamá y su abuela en un asentamiento a orillas de la circunvalacion. Al enterarse, entre amigos juntaron dinero y donaciones y se las fueron a llevar personalmente. Guiados por una vecina, llegaron a una vivienda que les dijeron que se las había prestado por unos días un hombre que estaba viviendo ocasionalmente en Chaco.
"Les llevamos comida como para seis meses, tres pares de zapatillas, ropa, hasta le hice estampar un almohadón porque me enteré que el nene era de Boca", cuenta.
Esa tarde, compartieron un rato con la familia. "Le pregunté a la mamá cómo había pasado lo de la casa, pero esquivó el tema, argumentando que le hacía mal hablar de eso, me sonó raro, pero la respeté", contó una de las chicas.
En la conversación, les contaron que se estaban instalando en la casa de una vecina que les había prestado una pieza, y los llevaron a verla. Dormían en un cuarto muy humilde, en un colchón tirado sobre un piso de tierra. Al día siguiente, conmovido por la situación de esa familia, Gastón no lo dudó. Llamó a tres amigos, consiguió unas bolsas de cemento, una carretilla y otros materiales y esa misma mañana se fue a construirle un piso para mejorar sus condiciones de vida.
Trabajaron durante más de cinco horas. Cuando ya estaban terminando y les quedaban un metro de piso por hacer, llegó la mamá del nene y les confesó todo. “No les quiero mentir mas, la casa de madera que le mostramos ayer no es nuestra, esta es mi casa”, les dijo, señalándole la casa donde los habían recibido el día anterior, y que supuestamente era de otro hombre.
Gastón no lo podía creer. La idea había sido de la vecina, que armó todo y utilizó al nene para mentirles. El incendio nunca existió, la casa donde estaban realizando la obra era de ella y, como si esto fuera poco, les quitó la mitad de la mercadería donada, que después se enteraron que estaba vendiendo en el barrio.
Con la desazón de haber sido engañados, lo terminaron y se fueron. "Me fui desilusionado, todo lo que hicimos, movimos cielo y tierra para conseguirles un montón de cosas", relató. "Estaban necesitados, viven en el piso, les falta todo, igual los íbamos a ayudar, no era necesario mentirnos", dijo.
A pesar de esta mala experiencia, no piensan renunciar a este tipo de actos. Sin publicar nada en sus redes y solo moviendo su red de contactos y amistades, Gastón sigue recolectando alimentos para llevar a otras familias. "Hay gente que lo necesita y no tiene la culpa de lo que hicieron estos mentirosos", asegura. Desde ahora, tomarán más recaudos a la hora de elegir a los destinatarios de las donaciones, pero su espíritu solidario sigue intacto.