Flavio Parmentier vive en Villa Allende, pero todos lo conocen como "El Gringo del Marqués". Es que hay algo que le dio una identidad que lo marcará de por vida: el barrio de su adolescencia y su fanatismo por La Mona Jiménez.
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El 12 de agosto se conmemora el día internacional del vinilo, y para nosotros fue la excusa perfecta para conocer un poquito más de esta historia de pasión cuartetera que lo tiene como protagonista.
Tiene más de tres colecciones completas de toda la discografía del Mandamás en distintos formatos. Pero su tesoro no sólo incluye vinilos: está integrado por CDs, casettes, magazines, recortes de diarios y revistas, carteles de calle (callejeras), entradas a bailes, pulseras, lentejuelas de los trajes y hasta una botella de agua de la que tomó su ídolo en una conferencia de prensa a la que se logró "colar".
"De cada baile al que voy me traigo algo, son mi recuerdo", se excusa, mientras muestra sus adquicisiones, todas perfectamente ordenadas en estantes y carpetas. De eso se ocupa su novia Tamara, uno de los eslabones más importantes de este fanatismo, ya que lo sigue en todas sus locuras y lo alienta a seguir siendo quién es. A ella la conoció gracias a que se la presentó un "amigo monero", y todo tiene que ver con todo.
"En todas las cosas de mi vida ha influído, poco o mucho, La Mona", explica mientras intenta salvarse del nudo en la garganta que lo complica para hablar. Desde que le dijimos que íbamos a visitarlo que está nervioso, porque todo lo que tenga que ver con su ídolo lo emociona.
Su fanatismo llega hasta lugares impensados. Viajó a España a verlo en sus actuaciones en el exterior y también lo siguió por todo el país. Hoy se asume "más grande" y ya no viaja tanto, pero el sentimiento es el mismo: “Antes no me importaba nada y largaba todo, cumpleaños de familiares, compromisos, falté al trabajo. He hecho todo por seguirlo. Con los años los tiempos han cambiado, pero la pasión sigue intacta, es algo muy fuerte”, confiesa, a esta altura con la emoción bien visible.
Su debilidad son los discos en vivo, ya que considera que guardan toda la magia que genera el cantante con su público: “Todos juntos grabamos el disco, el nos hace parte con el lenguaje de las señas”, explica.
Después de 20 años de amor incondicional, ya hizo casi todo por su ídolo. Sin embargo sólo le queda cumplir un sueño: "Que venga a mi casa y pasemos toda la tarde viendo la colección y escuchando su música", pronuncia con la timidez de quien acaba de decir algo muy pretencioso. Y quien sabe.
+ Mirá la entrevista completa:
El Gringo nos contó de su último sueño por cumplir:
Su disco favorito: Al pie del cañón, 1995. Le apasionan los discos en vivo.
Canción favorita: "Y ya ves, no te puedo olvidar", Raza Negra, 1994.
Rarezas de su colección: carozos de aceitunas que comió La Mona, papel picado del baile, una piñata, cajitas tetra de vino, carteles de la calle de anuncios de bailes, un archivo de la cartelera de Jiménez desde el año 2000 hasta la actualidad.
Tiene muchos repetidos, pero no los vende.
También guarda los discos de sus hijos.
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