Guada Escatena tiene 20 años, toca las congas y está haciendo sus primeros bailes con la banda de Simón Aguirre.
Cuando tenía 14 años, su hermano Luciano comenzó a estudiar el instrumento y eso la inspiró a aprender también. “Él decía que no le gustaba tocar solo, así que nos empezó a enseñar a los tres”, cuenta. Arrancó con la tambora y después se pasó a las congas, que las aprendió a tocar, como casi todos los músicos de cuarteto, de oído.
Hace dos años, Kesito Pavón la invitó a tocar un tema en un baile: “Ahí me di cuenta que eso era lo que yo quería, esa adrenalina de estar en el escenario". Se propuso estudiar para perfeccionarse y así fue como llegó desde muy joven a meterse en el circuito profesional del cuarteto y pisar las tablas de lugares como La Plaza de la Música como teloneros de Q'Lokura.
Los instrumentos, cosa de hombres
En el camino, tuvo que soportar la resistencia de su entorno, pero su rebeldía pudo más: “Me dijeron que yo no tenía nada que hacer con eso porque era para hombres, y ahora estoy demostrando lo contrario”.
Con sus primeros pasos, Guada tenía la curiosidad de saber si había otras mujeres que estaban transitando por la misma situación en el género, pero se encontró con un camino casi desierto entre las colegas.
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A pesar de ser la única integrante femenina en su banda, se siente cómoda y dice que sus compañeros la tratan como a una igual, como tiene que ser. Sin embargo, en el ambiente hay algo de sorpresa con su presencia.
“A veces siento que no encajo, me miran raro. No es de mala forma, pero es raro ver a una mujer porque en el cuarteto son todos hombres, más allá de las cantantes, músicas mujeres no hay", dice, y coloca como referente máxima a Leonor Marzano, la pianista y creadora del ritmo.
En lo económico, rescata que no sufrió diferencias con lo que cobran músicos varones, aunque sí lo vivivó en otros aspectos. Como en muchos ámbitos de la vida, las mujeres no solo necesitan ser capaces y estar a la altura de un trabajo para poder conseguirlo, sino que se les exige además el componente estético: “Te imponen sonreír y estar bien vestida”.
Ese prejuicio, en ocasiones parece nublar la posibilidad de ver talento en una mujer: "Muchos me dijeron que me ponen porque soy bonita, o por la presencia, no porque sea música y sepa tocar. Pero eso no me frena, por algo estudio y sé que si sigo estudiando así voy a aprender mucho más", explica.
El público femenino: aliado y no enemigo
La conguera derriba algunos otros mitos sobre la competencia basada en la envidia entre mujeres. Al contrario de lo que muchas piensan, reconoce que encuentra más apoyo en ellas que en los hombres, y que a diario le envían mensajes para felicitarla: “Están felices y orgullosas de que haya una mujer música en el cuarteto, me escriben y me felicitan. Yo creo que el público femenino no es malo como se dice, depende de la llegada del artista".
Y mientras los varones dominen la escena, su presencia en el escenario le da otro valor distinto a la banda: "La gente está acostumbrada ver a hombres nomás, y se cansa de lo mismo. Aunque no quiera, llama la atención que haya una mujer y que toque igual que un hombre".
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Pero en Guadalupe no se acaba el empuje femenino de tunga tunga familiar. Su hermana Ema de 13 años aprendió a tocar la güira y agradece poder compartir la música con ella. "Las dos juntas nos acoplamos y somos felices tocando, espero que ella tenga las mismas oportunidades que yo".
¿Cuál es tu mensaje para otras chicas que quieren dedicarse a la música?
- Que se animen, la vida es una sola. Que luchen por sus sueños y aprovechen que somos libres y podemos hacer todo lo que queremos. Estudien, aprendan y no tengan miedo. Esto de la música es hermoso y vale la pena.