*Por Dahyana Terradas
Una foto en blanco y negro. La Mona Jiménez posa sonriente sentado en un banquito mientras le lustra los zapatos a un joven. Al lado de ellos hay tres changuitos más de distintas edades. Uno de ellos es Walter Olmos. Tenía 15 años y todavía no tenía idea de la fama que iba a adquirir.
Dos años después, la noche cordobesa los enfrentó en un mano a mano cuartetero: uno en el Estadio del Centro, el otro en La Vieja Usina.
Pero ¿Cómo fue que La Mona Jiménez conoció a Walter Olmos cuando era un pibe más de la calle?
La historia se remite a mediados de los 90'. Rodeado de una infancia de precariedades, Walter empezó a transitar cada vez con más frecuencia la calle. Lavaba autos, lustraba zapatos, vendía diarios y hacía changas con chicos de su edad. La plaza 25 de Mayo y la peatonal catamarqueña eran su lugar de todos los días.
Desde chico conoció el cuarteto gracias a su mamá, que era fanática de La Mona Jiménez. En su casa no tenían televisor, asi que se tenían que ir a lo de una tía para verlo cuando estaba en algún programa. Cuando ya se estaba iniciando en el canto con el grupo juvenil Los Bingos, se convirtió en su máximo referente.
Un día del año 1998, el cordobés llegó a la ciudad para dar un show en La Casona y Walter fue con su grupito de amigos a esperarlo a la puerta del lujoso hotel donde se hospedaba.
"Él nos veía y ya nos conocía porque siempre lo estábamos siguiendo. Nos llevaba siempre a almorzar a un restaurant que quedaba frente a su hotel", cuenta César, uno de los chicos de la foto.
Además, recordó que La Mona tenía la costumbre de, cuando estaba llegando a Catamarca, se bajaba en la virgen Del Valle y entraba a la ciudad en bicicleta.
Así fue que cuando el cuartetero salió, esta vez los invitó a desayunar. Eran cuatro amigos: Walter, Roque, Oscar y César. Además, estaba presente Gabriel González, que era más grande y dedicaba su vida a darle una mano a los chicos que estaban en la calle, incentivándolos a crecer y que no caigan en las oscuridades de la marginalidad.
+ VIDEO La historia de la foto de La Mona lustrando zapatos:
Jiménez y González hablaban sobre cómo podían hacer para salvar a los pibes. Hablaron sobre la revista La Luciérnaga y la posibilidad de realizar un proyecto similar en Catamarca. Los más chicos no podían creer que estaban compartiendo una aventura más con su ídolo.
Al terminar el desayuno, Gabriel le pidió si se podía sacar una foto con los chicos. Todos posaron en el hall del hotel Leo III, el mismo que los corría cada vez que iban a pedir monedas o lustrar zapatos a los clientes.
Para César, lo que pasó en ese momento fue todo un símbolo de la humildad del artista: "Yo andaba con mi cajoncito de lustrar, y le digo 'Mona poné el pie' y me dijo 'no negro, poné vos el pie y yo te lustro'".
Con el paso del tiempo, la foto se fue cargando más de simbolismos, por lo que pasó con Walter, su fanatismo por La Mona y lo que significaba para ellos quién la sacó.
Más adelante, el tiempo le daría revancha y se sacó el gusto de dormir en el hotel que alguna vez le cerró las puertas y los marginó. “Cuando Walter tuvo su primer show en Catamarca alquiló una habitación y se alojó en este hotel con su banda. Decía 'y pensar que antes me corrían de acá y ahora soy un huesped'. Él se lo tomaba siempre con esa chispa que tenía”, relató Carlitos Ponce, su músico y amigo.
A pesar de su fama, sus amigos sostienen que nunca se olvidó de dónde salió. "Él hacía con otros chicos lo mismo que La Mona hacía con nosotros", explica César. "Gracias a él, los chicos de la calle tuvimos reconocimiento y fuimos menos discriminados, porque eramos muy marginados y la gente en Catamarca empezó a querer ayudarnos más", asegura.
Enfrentados en Córdoba
El sábado 5 de mayo de 2001, los cuarteteros se volvieron a cruzar, pero esta vez en veredas distintas. Por un lado, Walter haciendo su desembarco en La vieja Usina, a la conquista de la capital del cuarteto. Por el otro, La Mona jiménez revalidando su poder de convocatoria a tan solo 100 metros, en el Estadio del Centro.
En la previa se dijo de todo y algunos medios los plantearon como rivales. "Arde el cuarteto", tituló La Voz del Interior en su nota de tapa, acompañado con una imagen de ellos dos enfrentados sacándose chispa.
Lo cierto es que esa noche el que ganó fue el cuarteto. Ambos llenaron y cerraron puertas en sus shows.
"Cuando lo vi le agradecí por lo que él me ayudó a mi cuando andaba en la calle de Catamarca, que me daba diez pesos para que comiera con mi mamá y mis hermanos. No hay ningún rencor ni pueden hablar nada sobre él y sobre mí", dijo Walter sobre su ídolo en su visita a Córdoba.