Lorena Jiménez se define como "un bicho curioso", y su trayectoria así lo demuestra. Desde que era una bebé está vinculada al arte por su familia y explora sus posibilidades en los distintos géneros y escenarios: "Nunca he parado de investigar mis posibilidades artísticas, desde el teatro, la música, investigando las herramientas para construir", cuenta.
"Mi mamá nunca apoyó que cantara, por miedo"
Y en ese prueba y error un día se encontró con el cuarteto característico, un terreno en el que nunca quiso avanzar porque ya había sido muy conquistado por su papá, pero que justamente fue él quien le insistió para que lo hiciera: "Ahí dije, tengo mucho que ver con ese cuarteto, que nadie lo usa como un vestido en desuso, y yo le voy a sacar el polvorín y me lo voy a poner para traerle a las distintas generaciones esos recuerdos que a mí me movían, me traían muchas memorias de mi infancia".
Ser la hija de, un mote del que renegó mucho tiempo pero que logró superar en base a su trabajo constante y a algo que le dijo su mamá, Juana, que le enseñó que no bastaba con llorar sino que había que luchar: "Una mujer luchadora no se queda ahí, sigue su búsqueda y sigue adelante, porque la verdad se defiende por sí sola".
Y si bien en su familia siempre tuvo el apoyo de su papá, justamente fue su mamá el público que más le costó conquistar: "Recién ahora, a esta altura de mi vida, me felicita por lo que estoy haciendo, ella nunca apoyó que cantara, por miedo", asegura.
El lugar de ellas
Lore reflexiona sobre la posición que el cuarteto siempre le dio a las mujeres, funcionando como "anzuelo" en los bailes para fomentar la presencia de los hombres. A su parecer, opina que a pesar de que el hombre siempre ha tenido más espacios, ese mandato se está rompiendo en los últimos años.
"Antes el artista no era el protagonista, era el que aggiornaba el encuentro entre las parejas", explica, metiendo en esa dinámica las distintas estrategias de venta de los bailes con promociones para mujeres o el famoso "damas gratis hasta las 12".
Y si bien la huella de esas costumbres aún se mantienen, ella prefiere ser optimista "Las mujeres ya no somos llamadores de nada y también podemos ser protagonistas y no solamente aplaudir desde abajo o el costado del escenario".
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