¿Qué sería de la peatonal de Córdoba sin sus personajes típicos? El que pasa con la canasta de salame y queso, los vendedores de La Luciérnaga, el que camina ofreciendo con picardía alfajores, el artista callejero que anima la tarde, la señora que se prende a tirar unos pasitos. Entre todos, hacen un combo hermoso de alegría mediterránea.
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La historia de El Grillo es como la de muchos otros cantantes callejeros: un barrio, un sueño, ganas de cantar y salir a rebuscárselas a la calle en busca de un aplauso. Todas las mañanas, sale de la habitación que alquila en una pensión de Alberdi con su parlante y un micrófono. Calculando la batería para llegar al mediodía con todas las esquinas "hechas".
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El Mercado Norte, la San Martín cerca de la estatua de Leonor, la Plaza San Martín (su preferido, donde más gente junta). Todos se convierten en escenarios improvisados donde lo que importa son las ganas.
El lunes, un fotógrafo lo encontró en la de Rivera Indarte y 9 de julio y les grabó un video. Mientras cantaba, una pareja de mujeres se puso a bailar. La lluvia caía con ganas después de meses de sequía, pero a ellos no les importó y siguieron. El video fue de lo más compartido esta semana.
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"Es la música que llevamos en el corazón, la tratamos de compartir con la gente, que le hace falta en este tiempo levantar un poquito la esperanza", explica en el móvil de Noticiero Doce tras la viralización en redes. "Vienen un poco caídos y nos dicen, nos alegraste el día", expresa, mientras a su lado tiene a los mejores bailarines (callejeros también) de la city cordobesa.
Y en época de pandemia, lo más importante es mantener la distancia. Para eso, el Grillo tiene una táctica infalible: "Cuando se junta la gente, pasamos la gorra y ahí se van todos".