*Por Dahyana Terradas.
A pesar de la creencia popular, fortalecida por una historia que terminó en canción, Walter nunca vivió en la calle.
Nació en una humilde familia de Catamarca cuando su mamá tenía solo 15 años. Fue el primero de 9 hermanos. Su primer hogar fue una pieza usurpada en la vieja estación de tren, que fue restaurada y donde hoy funciona la Municipalidad de San Fernando del Valle.
Unos años después se mudan a una precaria vivienda en la zona de Choya, donde se cría junto a sus 8 hermanos. Allí el ambiente se fue tiñendo de una hostilidad que le impidió tener una infancia tranquila. El hambre, las necesidades y un padrastro violento lo llevaron a transitar cada vez con más frecuencia la calle.
“Era como un Robin Hood, tenía muchos amigos en el centro que le daban caramelos y él iba a la escuela con su bolsita y los compartía con sus compañeros”, explica Noemí, su mamá, que todavía habla de él como si fuera un niño.
Junto a su hermana menor, salían a vender turrones y estampitas, y de manera precipitada ese niño empezó a hacerse un hombre. Lavaba autos, lustraba zapatos, vendía diarios y hacía changas con chicos de su edad. La Plaza 25 de mayo y la peatonal se convirtieron en su lugar de todos los días.
“A él se lo veía siempre con esa alegría y picardía que tenía. Era muy simpático, yo creo que fue feliz”, reflexiona Carlitos Ponce, que lo conoció porque su papá tenía un bar en el centro y se juntaban a jugar al fútbol. Algunos niños venían de la escuela, otros, como Walter, de trabajar.
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Años más tarde, la vida los volvió a unir en Los Bingos, una banda catamarqueña que descubría pequeños talentos y a la que Walter entró a los 15 años. Tocaban en fiestas familiares y hacían de teloneros de artistas importantes en La Casona.
Su presencia en el escenario lo llevó a destacarse y comenzó a hacerse conocido de manera local, con un repertorio de temas de La Mona Jiménez, su ídolo al que conoció musicalmente gracias a su mamá. “Era totalmente diferente, la banda era muy buena pero cuando subía Walter era un antes y un después”, asegura su compañero de grupo.
Así es como un día el Potro Rodrigo lo descubre por casualidad y se lo lleva de gira para impulsarlo. Pero ese adolescente inquieto quería hacer su propio camino y se volvió a Catamarca a seguir peleándola desde abajo.
A fines del año 2000, tras la muerte de su ídolo, se va a vivir a Tucumán para iniciar su carrera como solista bajo el ala del reconocido productor Rubén Campero. En febrero de 2001 explota a nivel país con el disco “A pura sangre”, con el que “toca el cielo con las manos y explota a nivel nacional.
Su carrera duró casi dos años, en los que llenó estadios y pisó los más grandes escenarios, no solo de la Argentina. Hizo shows en Chile, Bolivia, Uruguay y Paraguay.
Pero cuando estaba en lo más alto de su carrera, llegó su final en la habitación 120 de un hotel de Buenos Aires antes de un show.
Jugaba con un arma que creía descargada y una bala de otro calibre le dio el triste final. Nadie se lo esperaba, ni él.
Cuarteteando en Catamarca
Este domingo a las 16hs, no te pierdas el especial sobre la vida de Walter Olmos. Dahy Terradas viajó junto a un equipo de El Doce para conocer más sobre su historia. Con el testimonio de su mamá, amigos y familia, recorreremos sus inicios, su infancia humilde lustrando zapatos en el centro de su ciudad, el comienzo en la música con Los Bingos, el éxito repentino y su terrible final.