“No dejaba de reírse de mí”, ese fue el argumento de Kenneth Manzanares luego de asesinar sin piedad a su mujer, Kristy. Estaban disfrutando de unas vacaciones junto a sus hijos y un grupo de amigos.
Sin embargo, el viaje se volvió un cuento de terror. El hombre la mató en uno de los camarotes de un crucero de la compañía Princess Cruises mientras viajaban a Alaska.
A pesar de que a bordo del barco iban más de tres mil pasajeros y mil miembros de la tripulación, nadie escuchó nada. Cuando se percataron del crimen, era demasiado tarde.
Personal de seguridad encontró a la víctima en el piso en medio de un charco de sangre y con una grave herida en la cabeza.