A los pasajeros del vuelo de Etihad Airways con destino Australia, les sorprendió que, en pleno aire, el sol se viera por la ventanilla de enfrente en cuestión de segundos. La aeronave había virado 180º con destino a su lugar de origen.
Minutos después de despegar, los pilotos decidieron retornar a la ciudad de Manchester. Las especulaciones de los tripulantes sobre si el motivo del regreso podría tratarse de un desperfecto mecánico o por las malas condiciones climatológicas fueron desbaratadas. Oportunamente, el capitán informó que tomó la decisión de volver para que dos abuelos pudieran ver a su nieto que estaba a punto de morir.
Los nonos sabían que su amado descendiente tenía una enfermedad terminal. Lamentablemente, en el avión, recibieron la noticia por parte de la agente de viajes, Becky Stephenson, que el estado de salud del niño se había agravado en la últimas horas.
Cuando esta triste información llegó también a oídos de la tripulación, sin dudar, los pilotos tuvieron la consideración necesaria para cambiar el rumbo. Lejos de quejarse, los pasajeros también aplaudieron la decisión.
El pequeño murió al día siguiente. Nada calmará tanto dolor, pero a los abuelos les quedará el consuelo de poder haber estado con su nieto antes de partir.