La historia de la chancha Frida cambió por completo gracias a la solidaridad y el accionar rápido de un grupo de amigas de Mendoza. La cerda iba a ser sorteada para las fiestas de fin de año, pero el azar jugó su partido y terminó salvada por las proteccionistas.
Todo comenzó cuando Miguel se puso a vender rifas entre empleados y clientes de los comercios aledaños, en la ciudad de Godoy Cruz. De casualidad se topó con Julieta, una de las jóvenes que organizó el rescate de la chancha, que ya tenía su destino casi definido.
La chica tenía solo dos días para activar el plan. A contrarreloj, se contactó con su amiga Yamila que es proteccionista y juntas encararon al comerciante que hacía la rifa. "Te compramos todas", le dijeron, según informó Infobae.
En solo unas horas consiguieron el dinero para pagar todas las rifas y después tuvieron que ir a buscarla en auto. “Nunca olvidaré el calor que hacía ese día ni las deplorables condiciones en las que estaba esa chanchita, que no dejaba de llorar. La amé apenas la vi y la sigo amando. Hoy la seguimos visitando con frecuencia para llevarle frutas y tortitas y puedo asegurar que es una gorda muy hermosa e inteligente”, recordó Yamila.
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Ambas mujeres se trasladaron a la casa donde estaba la cerda. Contaron que era un "lugar horrible" y "de mucha vulnerabilidad". En un momento y de manera fugaz, cargaron en la camioneta a Frida, que "no paraba de llorar". Antes ya se habían comunicado con otras dos jóvenes que tienen un refugio en Colonia Segovia, Guaymallén, para que recibieran al animal.
"Todo resultó bastante turbio, pero afortunadamente logramos rescatarla a tiempo. Llegamos al refugio y la estaban esperando. Le costó adaptarse, pero por suerte había otro chancho, Reinaldo, y más tarde llegó otro más, Jaime. Ambos en las mismas condiciones que Frida”, comentó Yami.
Las mendocinas dijeron que a la chancha le costó la adaptación, que "al principio estaba desorientada", pero que ya se acostumbró. Comparte el lugar con 270 perros y los otros dos chanchos ya nombrados.
Además, revelaron que Miguel, el hombre que había organizado la rifa, ahora ya no sortea más animales. “Después de todo esto siguió con sus rifas, pero no de un animal. Le quedó una gran enseñanza. A veces me ofrece rifas y le digo: ‘Me imagino que no será de un cerdo’ y asegura que aprendió la lección, que puede ofrecer otro montón de cosas, pero no una vida”, resaltó Julieta.