El comercio de la marca Prada atraviesa el desierto texano desde 2005, pero el local no abre ningún día del año y solo tiene zapatos derechos y en número 37.
El pueblo se llama Marfa en Texas y el local se ha convertido en una atracción turística por la que llegó a pasar hasta Beyoncé.
Las puertas están siempre cerradas, en sus inicios en su interior solo había una selección de bolsos y zapatos correspondientes a la colección Otoño-Invierno 2005 de la marca italiana Prada. Apenas se inauguró, alguien se robó buena parte de la colección, por lo que decidieron cortar los bolsos y plasmar solo zapatos derechos. Todos ellos en 37.
Ahora, ya no es un local, sino una obra de arte que costó 80 mil dólares y, desde entonces, no tuvo ningún retoque ni reparación.
En las paredes aparecieron grafitis, pero decidieron dejarlo así como una muestra del paso del tiempo.
En principio el objetivo del negocio era un experimento social para instalar la cultura del consumo y de las marcas de moda en medio de la desolación de un desierto.
"Poner una tienda en medio del desierto significaba una crítica a la industria de artículos de lujo", dijo Elmgreen uno de los artistas de la obra.
En 2013 el Departamento de Transporte de Texas planteó su demolición por considerarla "publicidad ilegal". Tras un año de negociaciones, los artistas lograron hacerlos rever la decisión. La tienda, entonces, pasó a ser clasificada como un museo.