La pequeña mano encontrada estaba momificada, verde y con una moneda. Fue hallada en una urna llena de huesos en 2005 en Nyárlorinc, en el sur de Hungría y desde entonces comenzaron las investigaciones.
Lo llamativo es que esa mano era el único resto humano que permanecía casi intacto y con una moneda. János Balázs, el arqueólogo líder del equipo que lo descubrió, se sorprendió y comenzó la investigación.
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En un principio pensaron que se trataba de huesos de ratas, por el tamaño. Algunos de esos huesos se mantenían verdes y el brazo tenía algo de piel y una moneda.
Tras la investigación determinaron que la mano era de un bebé prematuro o recién nacido que había muerto poco después de su alumbramiento. Medía entre 28 y 33 centímetros y pesaba menos de un kilogramo.
Pero el color verde que tenían varios de los huesos del pequeño eran fuera de lo común. Según afirma el The New York Times, para los científicos los niveles de cobre en un cuerpo momificado eran los más altos que vieron en sus largos años como arqueólogos.
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El equipo de investigación concluyó que una vez muerto y colocado en la caja en la que descansaría durante siglos, alguien colocó una moneda de cobre en su mano. Luego le dieron sepultura.
Al parecer, para varias culturas del pasado, los muertos deberían pagar un canon en el más allá para pasar a otra vida. Esa moneda sería la necesaria para dicho peaje.
Lo insólito del caso es que las propiedades del cobre de esa moneda permitieron que la mano y parte del brazo se momificaran y se tiñeran de verde. Esto podría ser el primer caso documentado de momificación por cobre.