Córdoba-Buenos Aires. Buenos Aires-San Pablo. San Pablo-Río de Janeiro. El itinerario de un grupo de hinchas de Talleres no parecía tan complicado para ver al equipo de sus amores en el histórico partido ante Flamengo por Copa Libertadores en la “Ciudad Maravillosa”.
Sin embargo, Marcos Moncada y sus amigos pasaron “las mil y una” durante su travesía para alentar al “Matador”. La novia del protagonista reveló a ElDoce.tv la increíble aventura. Todo arrancó con un viaje en auto desde Córdoba a Buenos Aires. Desde el Aeropuerto de Ezeiza la comitiva se tomó un vuelo a San Pablo, en donde alquiló un vehículo para ir hasta Río. La camioneta elegida fue una Fiat Dobló que no tenía baúl, lo que produjo que los pasajeros tuvieran que cargar con sus valijas encima, para agregarle mayor incomodidad al asunto.
Al llegar a la ciudad del Cristo Redentor, se encontraron con otros “Tallarines” e intercambiaron experiencias viajeras. Cuando tocaron el tema de las entradas, cayeron en la cuenta de que los tickets que ellos tenían, eran para menores. El apuro y los nervios les habían jugado una mala pasada a la hora de comprarlos y el problema radicaba en que ellos eran seis adultos y un niño.
Ante esta realidad, fueron a un puesto de retiro de boletos, en donde les negaron las entradas. En consecuencia, se dirigieron a la playa de Copacabana para hacer tiempo hasta que abrieran las puertas del estadio Maracaná, donde supuestamente podrían adquirir sus ingresos.
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En aquella popular y amplia playa carioca, los amigos fueron víctimas de otro imprevisto: en un descuido, les robaron dinero, documentos y celulares. Disgustados por la seguidilla de hechos desafortunados, empezaron a dudar de la histórica chance de alentar a Talleres en el mítico estadio.
Una vez llegado al Maracaná, el grupo “rebotó” en el control de ingreso, pero después de algunos momentos de tensión y súplicas, pudo ingresar para ver a su equipo enfrentar a Flamengo, una de las potencias del continente.
Seguramente, todos los inconvenientes vividos valieron la pena para estos fanáticos que presenciaron un hito inolvidable en la historia de Talleres. Pero la historia no iba a quedar ahí, ya que quedaba un capítulo más en el relato.
Con la satisfacción de haber visto a la “T” competir con el Mengao en el Maracaná, Marcos y compañía retornaron vía terrestre a San Pablo, para luego tomar su vuelo a Córdoba. En el aeropuerto de la inmensa urbe paulista, los controles de migraciones fueron celosos de por más. Y no solo eso, sino que casi quedaron varados porque uno del grupo había sacado su pasaje a nombre de otra persona.
Después de horas de tensión, los muchachos recibieron el visto bueno y volaron hacia suelo argentino. Una vez en Buenos Aires, debieron buscar sus autos para emprender el ansiado viaje a la Docta.