Dylan Stone Miller es un estadounidense de 32 años que acumuló multas por manejar borracho y como no las podía pagar, acudió a la donación de esperma para juntar fondos.
Dylan realizó su primera donación a los 20 años y continuó mucho tiempo después hasta poder saldar la deuda pendiente. En ese momento era elevada la multa de tránsito por conducir en estado de ebriedad y descubrió que cada donación en una clínica tenía un valor de US$100.
Luego de doce años de donaciones, un casamiento que derivó en divorcio y tras haberse convertido en ingeniero de software, recibió un mensaje a través de sus redes sociales de una mujer llamada Alicia Bowes y resultó ser una persona que utilizó su esperma. “Realmente espero que no te sientas intimidado de ninguna manera, pero es el Día de Acción de Gracias en Canadá y quería decirte lo agradecida que está mi familia contigo”, escribió.
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Era la primera vez que Dylan recibía un mensaje de este tipo y le despertó curiosidad, por lo que se acercó al banco para pedir información sobre sus donaciones.
Luego creó una cuenta de Facebook para invitar y unir a las familias que concibieron un hijo gracias a su esperma y desde entonces 25 ya aceptaron la invitación. La mayoría de ellas están compuestas por madres solteras o parejas de mujeres. Dylan confesó a Wall Street Journal que debido a la reducción del precio de los test de ADN “ya no es tan difícil seguir tirando del hilo".
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Con aquellas con las que pudo crear un vínculo de confianza,el donante estableció un programa de visitas y su intención es crear una relación “abierta e indefinida” con ellos, sobretodo con los niños.
Sin embargo, un gran número de familias no está de acuerdo con sus intenciones, y teme que sus hijos desarrollen un vínculo excesivo con el donante. Una de las madres había confesado que tenía miedo y no quería que la hija lo llame papá. "Él no es su padre, punto. Si ella dijera eso frente a nosotros, le diríamos que Dylan no es su papá ni nunca lo va a ser. No tiene un papá, tiene un donante", confesó.