Sean Donis tiene la doble condición de víctima y de victimario. Para la primera se le aplican las leyes del corazón. Para la segunda, las del derecho.
Este hombre, ahora divorciado, reconoció los cargos que la justicia le imputó y deberá concurrir el 20 de septiembre a un juzgado de Nueva Jersey. Ese día escuchará la sentencia del juicio que se le sigue en contra. Si es encontrado culpable de los delitos de allanamiento y vigilancia ilegal, podría terminar en una penitenciaria hasta el 2032.
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Debe responder a la demanda que presentó Albert López, jefe y amante de la mujer. El denunciante "damnificado" sostuvo que el hecho de que la esposa de otro esté desnuda en el dormitorio de éste, no le da derecho al marido despechado de irrumpir en el "lecho de amor", ni menos de observar cuáles son sus capacidades amatorias.
"Es como si me estuvieran castigando dos veces”, declaró el imputado Donis al New York Post. "Siento que es injusto lo que me están haciendo”, sostuvo mientras espera un futuro de libertad o de vivir tras los barrotes.
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La novela del triángulo amoroso empezó la noche del 15 de abril de 2016, cuando el esposo traicionado quiso usar los jueguitos del celular, aprovechando el tiempo libre. Su mujer Nancy “se había juntado con unas amigas a comer”.
Como no encontró el teléfono, usó una aplicación para rastrearlo. Los resultados de la búsqueda arrojaron datos inesperados. El smartphone estaba de tránsito hacia Rockland County, Nueva York.
Pensó que se lo había llevado Nancy, pero era un lugar distinto al que ella había declarado. Lleno de sospechas de estar viviendo una gran mentira, siguió las coordenadas y llegó hasta una hermosa casa, cuya puerta principal abierta lo invitaban a sacarse todas las dudas. Siguió los sonidos que emite el amor furtivo y llegó con la cámara activada hasta la habitación donde la mujer se entregaba al patrón.
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"¡Lo tengo todo en video! ¡Todo en video!… No puedo creerlo, Nancy", gritó mientras los amantes sorprendidos in fraganti se tapaban debajo de las sábanas. La violación de la propiedad privada y los siete segundos "hot" que grabó llevaron a Sean hasta tribunales y ahora podría pasar un largo tiempo en prisión.