El negocio de la maternidad subrogada (llevar en la panza el bebé de otra mujer a cambio de dinero) está permitida en California. Como Jessica Allen vive es ese estado de Estados Unidos pudo firmar un convenio de este tipo, por medio de una agencia intermediaria, con un matrimonio chino.
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La mujer, una humilde ama de casa de 31 años, tuvo mellizos. Pensando que los miembros de la pareja contratante eran los padres genéticos de los recién nacidos, se los entregó de acuerdo a lo convenido. La falta de rasgos propios de la raza amarilla de uno de los bebés permitió descubrir, posteriormente, que tenía los genes de su madre.
Allen había acordado con Omega Family Global un pago de 30 mil dólares y los gastos médicos por tener durante nueves meses en su vientre el óvulo fecundado de los esposos asiáticos "Lius" (un pseudónimo).
Como en una ecografía del embarazo se vio que había dos vidas, el precio por ambos se incrementó a 5 mil dólares. Cuando los bebés nacieron, se los entregaron inmediatamente a la pareja china. Pero se cometió un error: no eran gemelos, sino mellizos.
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¿Cómo pudo pasar? Increíblemente, a pesar de usar condones, Jessica Allen tuvo relaciones con su pareja después de la implantación del óvulo y quedo nuevamente embarazada. Además, los médicos también contribuyeron a la equivocación porque nunca le advirtieron que los embriones estaban en sacos separados.
Sin percatarse de la diferencia física entre las dos pequeñas criaturitas, los Lius se los llevaron a su país. Pero al mes, con el desarrollo del niño diferente y una prueba de ADN, todos se dieron cuenta que la gestante era la mamá biológica.
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Los Lius devolvieron al bebé a la agencia y solicitaron el pago en compensación de 22 mil dólares. Allen lo pidió para ella, pero los intermediarios le exigieron a cambio la suma que reclamaban los chinos. “Fue una batalla cuesta arriba, pero finalmente la agencia redujo a cero la "tarifa" que le debíamos a los Lius", declaró la feliz mamá, con su hijo en brazos.