Una mujer de 81 años se escapó de un geriátrico en Faenza, Italia con la intención de ir hasta una playa cerca de Rímini, lugar a donde la llevaban de veraneo cuando era chica.
La travesía comenzó cuando se fugó del establecimiento y se dirigió hasta la estación de trenes local, en donde abordó su transporte con destino a la mencionada localidad costera, ubicada a 73 kilómetros de distancia.
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Una vez en Rímini, la señora se tomó otro tren hacia Bellaria Igea Marítima, un pueblo a otros 13 kilómetros. Al llegar a destino, fue caminando hasta el hotel en el que, cuando era niña, se alojaba con sus padres.
Al arribar al lugar, comprobó que el alojamiento no estaba en funcionamiento, por lo que era imposible hospedarse allí. No conforme con ello, en su camino hacia la playa, preguntó en una iglesia si podía pasar la noche ahí. Ante la insólita pregunta, el párroco avisó a las autoridades, que la llevaron de vuelta al geriátrico, privando a la anciana de ver el mar.
Una vez en el asilo, se comprobó que la mujer no era víctima de malos tratos, pero ella misma explicó por qué se había escapado: "todos los días tomo una sopa desabrida".