La familia de Juan Ramón Alfonzo Penayo no tenía noticias de él desde el jueves. Por eso, cuando encontraron el irreconocible cadáver en un camino rural ubicado pocos kilómetros de su casa, en el estado de Amambay, Paraguay, no dudaron en que el joven de 22 años había sido asesinado.
La víctima fue identificada por un anillo, la ropa y los zapatos que supuestamente eran suyas. Pero todo fue una confusión. El domingo a las cinco de la mañana, el hombre que estaba siendo velado llegó caminando a su hogar y preguntó quién había fallecido, informaron medios locales.
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La tristeza del velorio se transformó en una mezcla de consternación, sorpresa y alegría. Juan Ramón explicó que durante esos días estuvo trabajando en una estancia ubicada del lado brasilero y, además de haber estado incomunicado, no se lo había comentado a nadie.
La familia dio aviso a la Policía y el cuerpo fue devuelto a las autoridades y llevado a la morgue. El hombre presentaba heridas cortantes, pero habría fallecido por las quemaduras en una zona de la frontera con Brasil marcada por el narcotráfico.