Su cuerpo sufrió cambios sustanciales desde que contrajo epidermodisplasia verruciforme, hace 12 años. Desde ese momento, Abul Bajandar no puede hacer una vida normal: sus manos y pies se llenaron de verrugas. Tantas, que parecía que estuvieran cubiertos de corteza de árbol.
Comenzó a ser el hombre-árbol a los 15 años. Pero ahora, a los 27, su panorama cambió gracias a la decena de operaciones a las que se sometió desde febrero de este año. El joven de Bangladesh todavía no puede cerrar sus manos por completo y aún le queda una capa de verrugas.
Sin embargo, se encamina hacia una mejor calidad de vida. Abul deberá afrontar cinco intervenciones más y continuará internado en el Hospital Universitario de Dacca los próximos seis meses. Además, realiza ejercicio con sus manos y pies a diario para recuperar la movilidad.
"Poco a poco vuelvo a recordar las sensaciones que tenía antes de que a los 15 años mis manos empezaran a llenarse de verrugas. ¡He sufrido tanto! Había gente que me evitaba y tuve siempre muchos dolores. Echaba de menos todo. Desde comer por mi cuenta a jugar con mi hija, abrazarla. Esas cosas que todo padre quiere hacer con sus hijos", señaló el joven bangladeshí a EFE.
Así estaban sus manos hace seis meses.