Decidió gozar de la adoración de los súbditos más allá de la muerte y llevarse parte de su riqueza a la tumba. La reina Margarita diseñó su propio sarcófago en vidrio y con detalles de oro. La titular de la monarquía de Dinamarca ya tiene un lugar, con un costo de tres millones de euros, para que descansen sus restos mortales.
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Con 78 años cumplidos, la jefa de estado danesa goza de buena salud, pero sabe que la vida no dura para siempre. Consciente de la finitud del cuerpo, ordenó colocar el futuro ataúd, obra del reconocido artista Bjørn Nørgaard, en la capilla de Santa Birgette de Copenague.
En su conjunto, la estructura pesa siete toneladas y mide más de tres metros de largo. Los materiales de construcción impregnan todo el sepulcro de un fuerte contenido simbólico: el armazón está hecho con arenisca de Francia, lugar de nacimiento de su fallecido esposo; y los pilares son de piedras que fueron traídas de los distintos países que forman el reino de Dinamarca.
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La Orden del Elefante está representada por cabezas de ese animal moldeadas en plata. Los vidrios se utilizaron para referenciar la imagen de la transparencia de la reina Margarita. Posiblemente por esta cualidad reconocida, haya sido la misma Casa Real la encargada de dar a conocer semejante erogación de dinero en un homenaje póstumo.