“Lala” fue curada y alimentada por una familia japonesa que la rescató de las redes de unos pescadores.
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Cuando era pichona la alimentaron con un gotero. Con el paso del tiempo, el ave creció y quiso comida sólida. Sus dueños, los Hishimoto, hicieron de la satisfacción de esta necesidad, una lección de autosuficiencia.
A las características conocidas de los pingüinos (carismáticos, fieles y expertos buceadores), habría que agregarle otra más: tienen una excelente memoria. Una vez que la llevaron a la pescadería, Lala aprendió el recorrido y hoy puede ir al mercado sin necesidad de guía alguna.
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Sólo hace falta que alguien le coloque una mochilita en el lomo para traer los ricos pescaditos que compre. Todos los habitantes del pueblo de Shibushi mueren de ternura cuando ven al animal, con tanta gracia, caminar por las calles.
La simpática historia llamó la atención de la televisión japonesa. Un equipo de documentalistas cubrió la nota que rápidamente fue vista por más de nueve millones de personas en Youtube.
Mirá las imágenes que registraron:
Los Hishimoto también le pusieron un aire acondicionado dentro de su habitación para recrear el ambiente natural de Lala.
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Ellos aseguran que la adoptaron para asegurarle la supervivencia. Con mucho cariño lo lograron y le enseñaron a autogestionarse (en la ciudad). Pero vive entre humanos. Como el dejar partir también es un gesto de amor, ¿no será tiempo que abandone el nido?