Cuando cumple años más de un amigo le obsequia un chancho y sabe que ese regalo “no falla”. Si un pariente se va de viaje y se cruza con un chancho en el camino, es casi obligatorio comprarlo para él. Y allá van los chanchos de semilla, cerámica o piedra… todos terminan en una repisa de estantes estantes junto a otros tantos.
Pablo Bottero – 47 años, docente cordobés, nacido en Deán Funes- atesora una colección de 251 chanchos. Parece increíble que pueda haber tanta variedad de tipos, estilos, formas y tamaños de este noble animalito. Verlos todos juntos causa cierta sorpresa y uno se pregunta “¿Por qué coleccionar chanchos? “Me gustan porque son muy graciosos, libres, desprejuiciados, inteligentes y cariñosos”, dice Pablo de este hobby que empezó hace 10 años.
En el video, Pablo nos cuenta anécdotas sobre algunos de sus chanchos:
Divertida y colorida, esta “chanchada” es internacional: hay chanchos mexicanos de cerámica, chanchos teniendo sexo que vienen de Holanda y París, el chancho-mate de Uruguay, el más pequeño de todos (es más chico que una moneda) es de cristal y un amigo se lo trajo de Bangkok, hay un chancho de coco que viajó desde Panamá y uno de barro cocido de Cochabamba, Bolivia. También están los chanchos del cine como Ham de Toy Story y hasta hay un “chancho –chapulín colorado”.
“A futuro quiero hacer una página de Facebook mostrando cada uno de los chanchos, con fotos y referencias”, dice Pablo. Mientras tanto, pasen y vean parte de este gran y colorido chiquero en nuestra galería de fotos.
¿Vos conocés a alguien que coleccione cosas raras? Mandanos fotos y videos y ayudanos a completar nuestra nueva sección.